IGNACIO CAMACHO-ABC

  • El sorpresivo gatillazo de Le Pen es el resultado de una pragmática operación de concentración del sufragio adversario

Entre cuarenta y sesenta mil votos bien repartidos y mejor aprovechados han bastado para cerrarle a Marine Le Pen el paso hacia un triunfo que figuraba en todos los cálculos. El gatillazo final de la presentida vencedora es el resultado de una exitosa operación de concentración del sufragio. Con una altísima movilización entre los partidarios de ambos bandos, el factor clave ha sido la retirada de las candidaturas con menos posibilidades de obtener un diputado. Lo han llamado el cordón republicano: la izquierda ha votado en muchas circunscripciones a gaullistas y macronianos, y a su vez éstos han respaldado con la nariz tapada al Frente Popular allí donde era la mejor alternativa para frenar al común adversario. El rédito estratégico del intercambio revela que las elecciones se ganan y se pierden muchas veces en función del elemento matemático que mueve el mecanismo de reparto de escaños. No es complicado: la división resta y la suma multiplica en todos los casos.

A esos efectos da igual que el método sea proporcional o mayoritario, a una o dos vueltas, y que las demarcaciones sean muchas o pocas, uninominales o heterogéneas. Con los matices convenientes, la regla esencial rige en todos los sistemas. En Francia el ‘ballotage’ lo pone más fácil porque simplifica las opciones directas, pero el principio es siempre el mismo: menos es más y la unión hace la fuerza. En España, donde las provincias pequeñas establecen una criba en forma de cuello de botella, se evitarían algunas sorpresas si muchos electores fuesen conscientes de que no es igual votar en Madrid, Sevilla, Málaga o Valencia que en Huelva, Burgos, Castellón o Cuenca. Aprovechar o desdeñar el procedimiento de atribución de representantes marca diferencias. Sánchez sobrevivió hace un año porque supo aglutinar a la izquierda frente a una derecha dispersa a la que faltaron cuatro escaños… y sobraron unos cuantos miles de papeletas. El que pueda aprender, que aprenda.

Y no, en el modelo español no es necesario que los partidos renuncien a presentar sus candidatos. Basta con que la agregación la efectúen los propios ciudadanos dándole a su voto un sentido pragmático. El vuelco francés ha sido posible porque tanto los dirigentes políticos como sus bases sociales identificaron un objetivo mayor, un propósito de carácter prioritario, y actuaron en consecuencia para lograrlo aun a costa de sacrificar sus dogmas, sus sentimientos o su ideario. El futuro dirá si ese desenlace es bueno o malo; la lección inmediata consiste en la adecuación de las intenciones a los actos mediante una decisión de orden táctico basada en la comprensión exacta del problema y del modo de solucionarlo. Un gobierno no se elige a través de ‘likes’ instintivos en Instagram o en Facebook. Se trata de un proceso delicado que a menudo se dilucida entre la razón y el antojo, entre la conveniencia y el gustazo.