- Las elecciones extremeñas no representan sólo una derrota electoral del socialismo extremeño, sino también una «reconfiguración sociológica» profunda.
Extremadura ha dejado de ser el gran bastión histórico de la izquierda española. Lo que durante décadas fue una tierra de voto fiel y uniforme se ha transformado, en apenas dos años, en el epicentro de un cambio político y sociológico sin precedentes.
El mapa político regional ha virado de rojo a azul con una profundidad sociológica inédita, aunque no del todo inesperada. Las señales ya estaban ahí desde 2023, cuando un candidato socialista consolidado y con varias victorias previas perdió seis escaños respecto a 2019.
Desde los inicios de la autonomía, la representación política en la Asamblea había estado dominada por un bloque de izquierdas que superaba holgadamente el 60% de los sufragios (PSOE e IU), alcanzando su cenit en 1991 con el 62,7%.
Hoy, sin embargo, ese equilibrio se ha invertido. El bloque de derechas (PP y Vox) alcanza el 60,1%, casi el doble del 36% que suma la izquierda (PSOE y Unidas Podemos).
Este fenómeno se ha visto acentuado porque las elecciones autonómicas se han producido en solitario, por lo que esto junto al contexto nacional y al del propio candidato pueden explicar la «desmovilización» de una parte del electorado.
El resultado de 2025 no representa sólo una derrota electoral del socialismo extremeño, sino una «reconfiguración sociológica» profunda.
La derecha ha permeado los otrora estancos graneros de voto rural y atrae a la reticente clase trabajadora urbana, habitualmente fiel al PSOE.
Es un espejo invertido del dominio que el socialismo ejerció durante cuarenta años, con la única excepción del paréntesis entre 2011 y 2015, cuando PP e IU sellaron un pacto de legislatura.
La hegemonía conservadora
Al observar los principales núcleos urbanos (las trece ciudades extremeñas con más de 10.000 habitantes, según el INE), el panorama es concluyente: el Partido Popular se impone en todas ellas.
Cáceres encabeza con un apoyo masivo del 50,05%, la única ciudad que rompe la barrera de la mayoría absoluta.
En otras once capitales comarcales, el PP mantiene una horquilla muy sólida entre el 41% y el 46% de los votos.
El PSOE, en cambio, protagoniza un declive sin precedentes. Ni siquiera en municipios vinculados a la biografía de sus líderes, como Villanueva de la Serena u Olivenza, el PSOE ha logrado retener la primacía, apenas alcanzando un exiguo 30% de los apoyos.
En las capitales de provincia, la caída es más abrupta. Su apoyo es sólo del 16,61% en Badajoz y del 16,46% en Cáceres, con Vox superándolos en la primera y acechando su posición en la segunda.
«El fenómeno no responde únicamente al trasvase de votantes del PP, sino al agotamiento de la narrativa clásica de la izquierda»
El auge de Vox consolida la nueva composición del electorado. Su representación se ha duplicado respecto a 2023, alcanzando once diputados y un respaldo relevante en municipios con peso logístico, agroindustrial o de servicios.
Vox supera el 20% en Badajoz (20,79%), Navalmoral de la Mata (23,54%), Almendralejo (23,6%) y Don Benito (20,05%), situándose como segunda fuerza en las tres primeras.
El fenómeno no responde únicamente al trasvase de votantes del PP, sino al agotamiento de la narrativa clásica de la izquierda y a la ausencia de respuestas en materia de infraestructuras, vivienda o empleo de calidad.
Vox, sin embargo, capitaliza un voto de oposición cultural, que conecta con sectores urbanos desencantados con la burocracia política, las restricciones ambientales y energéticas, y la pérdida de poder adquisitivo, especialmente de los jóvenes y las clases medias-bajas trabajadoras.
La comunidad extremeña protagoniza un vuelco electoral histórico que, de acuerdo con los datos, revelan la nueva sociología política española, sustentada sobre tres pilares:
1. La consolidación del PP como fuerza transversal, capaz de atraer voto urbano, agrario y profesional.
2. El desplome socialista, que con medidas incoherentes en la escala estatal ha perdido la conexión con la base trabajadora y con el electorado joven.
3. El ascenso imparable de Vox, que da voz a una clase media y trabajadora que se siente culturalmente desplazada del discurso institucional.
«Las ciudades extremeñas (donde se concentra el dinamismo socio-económico) han dejado atrás el voto de lealtad ideológica»
Este cambio no es coyuntural, sino estructural.
Las ciudades extremeñas (concentración del dinamismo socio-económico) han dejado atrás el voto de lealtad ideológica y han adoptado una visión pragmática, orientada a la gestión. Lo que en la práctica ha diluido el eje izquierda-derecha clásico para dar paso a nuevas expectativas.
Un nuevo mapa
La geografía electoral extremeña ha experimentado una mutación cromática en 2025, tiñéndose de azul en el 85% de la superficie regional.
Pero más allá del color, el dato clave es la metamorfosis cultural: la identidad política ya no se hereda, se elige.
Extremadura, antaño baluarte del voto de pertenencia, se ha convertido en el laboratorio de la nueva sociología política española, donde las adhesiones colectivas sucumben ante la exigencia de resultados tangibles.
El vuelco electoral no debe interpretarse como una oscilación circunstancial, sino como la expresión territorial de un cambio más profundo: la transformación de un votante emocional en un ciudadano que reflexiona con el bolsillo.
Y en ese proceso, Extremadura ya no es una excepción ibérica, sino un reflejo adelantado de la Europa política que se avecina.
*** Julián Mora Aliseda es catedrático universitario.