José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Lo que no dice Bannon, y no se explicita suficientemente en nuestro país, es que Vox es un artefacto destructivo de la derecha democrática en España, sea la conservadora del PP, sea la liberal de Cs
Más importante que la asignación de escaños que todas las encuestas atribuyen generosamente a Vox, ha sido la entrevista con Steve Bannon, publicada ayer en el diario ‘El País’. El que fuera estratega de Trump, Bolsonaro y Salvini, gurú del populismo de derechas en América e impulsor del que ya toma cuerpo en Europa, se refiere con claridad y elogio a Vox. Según el entrevistado, sus contactos con el partido de Abascal se remontan a 2017, y le augura un “resultado asombroso” porque ha logrado “colocar su producto” y su victoria consiste en haber “trasladado su conversación al resto de la derecha: partidos como Ciudadanos y PP hablan como ellos”.
Las declaraciones de Bannon, instalado en Roma para impulsar el populismo nacionalista en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, han coincidido con varios sondeos electorales. Todos ofrecen un resultado importante a Vox. El ‘tracking’ de El Confidencial le atribuye 31 escaños; la encuesta de ‘El País’, publicada el domingo pasado, coincide: también 31 diputados, y la de ayer en ‘ABC’ lo catapulta hasta los 36. Pero, al margen de las concreciones, parece indiscutible que Vox va a irrumpir con fuerza en el Congreso de los Diputados y que no se trataría de una fuerza política meramente ‘amateur’ sino conectada —ahí están las declaraciones de Bannon— con el ‘nacionalpopulismo’ que parece seguir los criterios estratégicos del norteamericano.
El crecimiento de Vox trocea el espacio inicialmente disponible para el PP y Ciudadanos. Los buenos resultados que se auguran al partido de Abascal están objetivamente impidiendo una mayoría liberal conservadora. No solo: Vox moviliza a la izquierda, que muestra una tendencia sostenida a agrupar el voto en torno al PSOE, que podría alcanzar los 130 escaños (o más, incluso) e intentar así una fórmula de gobierno con los mermados efectivos de UP y la agrupación de otros partidos menores, excluyendo, incluso, a los independentistas catalanes.
¿Alguna solución? La única es que Ciudadanos logre un resultado —como, por ejemplo, el que le augura el ‘tracking’ de este diario— que sume con el PSOE mayoría absoluta. Un entendimiento —difícil pero no imposible— entre los liberales contaminados por Vox y los socialistas (que no están libres tampoco de contaminaciones ideológicas y tácticas peligrosas) y que propiciaría como resultado un carril central para la política española. Si esa suma no diese el resultado suficiente o la tirria entre Sánchez y Rivera fuera tan insuperable como ahora parece, es verosímil la hipótesis de unas segundas elecciones. De momento, las declaraciones del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, prefiriendo una eventual investidura de Sánchez con los votos de Ciudadanos sobre los de los independentistas ofrecen indicios de por dónde el PSOE está detectando una salida a un posible bloqueo en el Congreso, pese a que Adriana Lastra haya querido emborronar la claridad del responsable de Organización de su partido.
La incompetencia de sus dirigentes y las circunstancias socio-culturales y políticas podrían dejar en posición muy residual a Unidas Podemos, que recobró la presencia de un Iglesias ‘conspiranoico’ y con un discurso de baja calidad democrática al interpelar por su voto a la alcaldesa de Madrid y arremeter contra los medios de comunicación. Los morados, en el margen extremo izquierdo del espectro, han perdido peligrosidad para el sistema. No así Vox, que goza de una superioridad sobre la que tuvo en 2014 Podemos: en Europa, su modelo ideológico está al alza, cuenta con financiación y dispone de referentes fuertes como Orbán y Salvini. Y Bannon se ha encargado de uncir a los de Abascal al carro del ‘nacionalpopulismo’ estampando sobre sus siglas una etiqueta de calidad ideológica radical. Preocupante.