Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Pedro Sánchez es economista, pero debía de haber sido biólogo, sección evolucionista. Ha captado con extraordinaria nitidez eso de que no sobrevive ni el más fuerte ni el más listo, sino quien mejor se adapta. Y como es un hombre generoso ha transmitido esa capacidad adaptativa a todo su partido que, como les sucede a los estorninos, es capaz de cambiar la dirección del vuelo de manera constante, inmediata y toda la bandada a la vez, con una sincronización automática y extraordinaria. Primero fue aquello tan bonito de ‘nunca pactaremos con Bildu, cuántas veces quiere que se lo repita’. Luego pactaron con Bildu el apoyo al Gobierno anterior, lo repitieron en la elección de María Chivite como presidenta de Navarra, lo volvieron a hacer en la investidura del Gobierno actual y por fin han pactado con Bildu el desalojo de UPN de la relevante Alcaldía de Pamplona.
Este asunto no es original, pero sí es muy importante. Pronto habrá elecciones en Euskadi y los líderes del socialismo vasco, Eneko Andueza e Idoia Mendia por ejemplo, se afanan en trasladar a la opinión pública y en especial a sus posibles votantes, su negativa a hacer lehendakari a ningún miembro de Bildu. ¿Cuántas veces será necesario que nos lo repitan para que les creamos, tras tan variados antecedentes? Al primero que deberían convencer es al propio Otegi, que se muestra tan cáustico como incrédulo.
Los socialistas dicen siempre lo que piensan, lo malo es que lo que piensan está siempre al servicio de lo que les conviene, a ellos claro, y lo que les conviene cambia con frecuencia en función del entorno. Eso es todo, con naturalidad, simple adaptación, evolución natural. Se han convertido en británicos, no tienen amigos ni enemigos permanentes y solo sus intereses son permanentes. ¿Cuál es el interés actual de los socialistas? Pues vaya pregunta más boba. Ya sabe, que Pedro Sánchez duerma una legislatura más en el renovado colchón de La Moncloa. ¿Por qué se empeñan en negar el apoyo a Bildu en Euskadi que muchos visualizan? Porque los que les votan pueden sospechar y temer un nuevo engaño y podrían variar su voto y dirigirlo hacia el PNV o quizás hacia el PP, para evitar que gobierne Bildu. Algunos todavía se acuerdan de Fernando Buesa y de tantos otros.
Hay un punto a favor de creerles. Si el motor es la conveniencia y no la ideología, ni cualquier restricción moral, es evidente que el PSOE teme más a un abandono en Madrid del PNV que de Bildu. Pamplona carece de coste en su red de alianzas, pues el PNV no puede hacerse el dolido, ya que Bildu le sobrepasó en las elecciones y además forma parte de ese alboroto llamado Geroa Bai que participa en la asonada. Pero mientras que Bildu no puede salirse del bloque progresista del progreso en Madrid, el PNV tiene una mayor capacidad de movimiento, como han demostrado en el pasado, y en función de los resultados en la autonómicas, podrían explorar otras vías. Mientras el PNV necesite en Euskadi al PSE para liderar el Gobierno y las diputaciones, no cambiará su alianza con Sánchez, aunque eso le cueste votos. Y mientras el PSOE necesite al PNV en Madrid, lo apoyará en Euskadi.