El mundo se horrorizaba ante el apuñalamiento de cuatro niños y un adulto en la ciudad de Annency a manos de un sirio, Abdalmasih. Este había entrado legalmente en el país vecino proveniente de Suecia, donde gozaba de la categoría de refugiado, y tenía presentada una solicitud de asilo en Francia. Curiosamente, al presentar ésta se había declarado cristiano. Uno se pregunta por qué un hombre que deja esposa e hijo en Suecia se va a Francia a pedir asilo. El coladero que ha supuesto algunos países nórdicos en materia de inmigración lo está pagando el conjunto de Europa. Schengen y la madre que lo parió.
Por las redes han circulado imágenes del monstruo clavando su cuchillo en carnes inocentes. Es decir, no cabe duda: este tío es un criminal de primera. Lógicamente, la noticia ha impactado en los medios que, horrorizados, han dado cumplida información. Pero esto es España, señores, y aquí los horrores han sido algo distintos. A Susanna Griso, a la sazón presentadora del programa matinal de Antena 3 “Espejo Público”, no se le ha ocurrido otra cosa que decir “Este ataque en Francia son votos para Le Pen” añadiendo la coletilla por si quedaba alguna duda “Es un regalo para Le Pen”. Si no razonamos mal, el análisis de la Griso es este: qué lástima de acuchillamiento porque lo va a aprovechar la extrema derecha.
No pone el foco en el agresor ni en su condición ni siquiera en ese tufillo que se desprende, cada vez con mayor frecuencia, de ciertos comportamientos de gente venida de fuera que comparten origen y procedencia. Ni siquiera ha puesto el foco en las víctimas, en los niños. La señora Griso sólo ha visto lo que quería ver: la extrema derecha, la ola de fascismo que se nos viene encima, hay que perseguir e ilegalizar a Vox y Franco, mucho Franco.
No pone el foco en el agresor ni en su condición ni siquiera en ese tufillo que se desprende, cada vez con mayor frecuencia, de ciertos comportamientos de gente venida de fuera que comparten origen y procedencia
Mientras tanto, en la Sexta iban un paso más allá en la infamia. Sus tertulianos pontificaban que muchos yihadistas son “Personas desafectas al sistema que están en el paro, sufren el racismo y la discriminación. Y todo ese coctel de circunstancias los llevan a radicalizarse”. Es decir, que lo mínimo que podrían hacer las víctimas es pedirle perdón al criminal quelas ha apuñalado.
Ya está bien del blanqueo sistemático de la izquierda caviar al terrorismo islámico. Ya está bien de presentar a esos unabomber como enfermos psiquiátricos o, peor todavía, víctimas del sistema. Ya está bien de echarle la culpa a una sociedad que en el noventa y nueve por ciento de los casos los acoge, los admite e incluso los sitúa por encima de los habitantes nativos en materia de subvenciones y ventajas sociales. Ya está bien de flagelarnos autodenominándonos como racistas y preguntarse nada acerca de los motivos por los cuales ciertas personas acuden a Europa. ¿De qué vivía este pájaro? ¿Dónde estaba alojado? ¿Con quién se relacionaba? Son preguntas oportunas para la investigación policial, pero añado otra: ¿por qué a la izquierda cosmopolita le inspira tanta repulsión una iglesia o un sacerdote y, en cambio, mean agua de limón con las mezquitas, el Islam y sus celebraciones?
Ya está bien de flagelarnos autodenominándonos como racistas y preguntarse nada acerca de los motivos por los cuales ciertas personas acuden a Europa
Hace muchos años que ese engrudo llamado progresismo abdicó de hacer discurso propio sobre temas tan importantes como España, la familia y, singularmente, la inmigración. Con el paso del tiempo, esas carencias han mutado peligrosamente: España no existe, las familias tradicionales tampoco y a la inmigración hay que tolerarle lo que sea so pena de ser tildado de xenófobo. Atendiendo a esto a nadie debe extrañarle que lo más grave de este atentado – cinco personas apuñaladas de las que cuatro son niños, insistimos – para este personal es si puede o no beneficiar a la extrema derecha. Y mientras regurgitan esas monstruosidades prohíjan al apuñalador. Espejo Público, no. Espejo sucio, sí.