Nacho Cardero-El Confidencial
- Las elecciones municipales en Andalucía se antojan la clave de bóveda de las próximas generales y serán determinantes para la continuidad o caída de Sánchez
Fue el pasado jueves 22 de diciembre, durante el debate en el Senado sobre la reforma del Código Penal para suprimir el delito de sedición y abaratar el de malversación, un traje confeccionado a la medida de los líderes del procés condenados por el Supremo. Tras la votación, gracias a la cual quedaba aprobada la proposición de ley, la bancada socialista prorrumpió en aplausos como hooligans. Se pusieron de pie a la voz de ar.
No todos. Susana Díaz, quien disputara a Pedro Sánchez el liderazgo del partido socialista y hoy se limita a deambular por el salón de los pasos perdidos de la Cámara Alta y por los platós de televisión, tuvo que hacer como que chocaba las palmas para que no quedara en evidencia su contrariedad. Según la encuesta de Metroscopia, la abolición de la sedición suscita el rechazo del 56% de los ciudadanos, y el recorte de la malversación, del 80%. Entre ellos, muchos de ADN socialista, como es el caso de la expresidenta andaluza, que están en contra de la reforma, pero que votan que sí y luego callan.
En el sentido opuesto, Juan Espadas, que ha sustituido a Díaz al frente del PSOE andaluz y luce igualmente chapa de senador por designación del Parlamento de esta comunidad, se ha convertido en uno de los principales aliados de Pedro Sánchez más allá de la M-30. Ha defendido la reforma del Código Penal casi como una cuestión personal y ha tratado de aunar voluntades entre los alcaldes. Un posicionamiento curioso, habida cuenta de que los andaluces no están de acuerdo en los flirteos del Gobierno central con los nacionalistas catalanes ni en las prebendas obtenidas por estos en detrimento de otras CCAA.
Tanto el estruendoso silencio de Susana Díaz como el encamamiento de Espadas con Sánchez resultan sintomáticos del hundimiento del PSOE en esta comunidad. El partido anda desnortado, cada uno haciendo la guerra por su lado. El CIS andaluz los sitúa en mínimos históricos, con ocho escaños menos de los que tienen en la actualidad. Todos dan por amortizado a Espadas. No será Susana Díaz quien acabe con él. Ese tren ya pasó para la andaluza, como gustaba llamarla el actual presidente del Gobierno. Lo matarán los suyos, que es lo que ocurre cuando se desmoronan los imperios. Y el PSOE andaluz lo era.
Para más inri, están las instantáneas de los condenados por los ERE entrando en prisión, el reconocimiento expreso de que aquella forma de proceder y entender la política no solo está totalmente caduca, sino que era profundamente inmoral, y que si se ha permitido durante 40 años, la llamada égida socialista, es porque tenían todo el poder y lo ejercían. Con estos mimbres, cuesta imaginar que el partido pueda remontar vuelo en el corto plazo.
Digo esto porque se habla mucho para los comicios de mayo de la Comunidad Valenciana y de Aragón, o de los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, pero muy poco de las elecciones municipales en Andalucía, cuando se antojan la clave de bóveda de las próximas generales y serán determinantes para la continuidad o caída de Sánchez. Lo fueron las autonómicas que dieron la mayoría absoluta a Moreno Bonilla, lo que fue interpretado como el principio del cambio de ciclo, y lo pueden ser aún más las municipales si confirman la tendencia. Como explica Ignacio Varela, si Moreno Bonilla extiende su hegemonía autonómica a los principales consistorios, decantaría aún más el campo a favor del PP «en un territorio que resulta vital para el PSOE si quiere tener alguna esperanza de victoria en las generales».
Los socialistas andaluces aseguran que no es para tanto, que el caso de los ERE ya está amortizado y mantienen su capilaridad territorial intacta, así como su capacidad de influencia, igual que ha ocurrido en las últimas décadas, amén de que siempre se les subestima demoscópicamente. Dicen que no se vota de la misma forma si son autonómicas y municipales, y apuestan a que mantendrán las principales plazas.
Los sondeos que manejan los expertos, en cambio, no se muestran tan optimistas. De las ocho capitales, el PSOE cuenta con cuatro alcaldías. Resulta factible que retenga Huelva y Sevilla, pero no tanto Jaén y Granada. En estas dos últimas localidades, los socialistas conquistaron los consistorios gracias a acuerdos con Ciudadanos. Desaparecida de facto la formación naranja, lo más probable es que el primer partido sea el PP. Si la izquierda no suma mayoría absoluta, que no parece, la abstención de Vox bastaría a los populares.
Los sondeos que manejan los expertos no se muestran tan optimistas. De las ocho capitales, el PSOE cuenta con cuatro alcaldías
Por su lado, el PP está hoy día al frente de las alcaldías de Almería, Córdoba y Málaga. Ninguna de ellas corre peligro. También podría conquistar Cádiz, aunque esto dependerá de lo que haga su actual regidor, José Manuel González Santos, alias Kichi. Si se presenta a la reelección, podría repetir en el cargo. Si no lo hace, como asegura el propio Kichi, ganará el PP. Es verosímil un escenario con 6-7 capitales andaluzas para el PP y 1-2 para el PSOE.
Sánchez puso todos los huevos en la cesta de Cataluña y se despreocupó del granero andaluz. El PP no es ajeno a esta circunstancia y da por hecho que Moreno Bonilla, uno de los políticos más en forma del panorama actual, sabe lo que está en juego y se va a volcar personalmente para hacerse con las capitales en disputa. Con la Junta y las principales alcaldías en manos de los populares, la probabilidad de ganar las generales en Andalucía crecen exponencialmente. Y si el PP supera al PSOE en este territorio, game over.