El poder autonómico y municipal está en manos del PP de manera tan general que, en las condiciones actuales, significa que los ciudadanos quieren un cambio nacional. Desde hoy, Zapatero ya no se opone a las críticas del PP, ni a las peticiones de elecciones anticipadas de Rajoy.
RODRÍGUEZ Zapatero y el PSOE recibieron ayer la más clara y definitiva moción de censura por su gestión de la crisis. Aunque los comicios eran locales, los socialistas se jugaban el voto de castigo por los cinco millones de parados y una pésima dirección del país en los últimos años. El propio Zapatero descartó limitar el resultado electoral a los ámbitos municipal y autonómico desde el momento en que planteó la votación de ayer como un pulso al PP. Pues bien, Zapatero ya sabe que ha perdido rotundamente su apuesta, porque los ciudadanos no creen ya el espantajo de la derecha antisocial y extrema. Por el contrario, Zapatero tiene que pechar con una derrota socialista histórica, no mitigada por su renuncia anticipada, que hace imposible, con rigor y lealtad democráticos, el agotamiento de la legislatura en 2012. Esta prolongación de mandato hasta 2012 sólo se producirá si el presidente del Gobierno malversa la facultad constitucional de disolver el Parlamento para seguir apalancado en La Moncloa y esperar que escampe la crisis en la confianza de que el PSOE mejore sus expectativas. Si este es el planteamiento de Zapatero, volverá a cometer un grave error, uno más y el último de su vida política, porque la derrota del PSOE es tan abrumadora que no da pie a interpretaciones. No ha habido «dulce derrota», sino una debacle en toda regla. Los electores han cambiado alcaldes y presidentes autonómicos, pero también han puesto punto y final al zapaterismo.
El poder autonómico y municipal está en manos del PP de manera tan general que, en las condiciones actuales, significa que los ciudadanos quieren un cambio nacional. Desde hoy, Zapatero ya no se opone a las críticas del PP, ni a las peticiones de elecciones anticipadas de Rajoy. Zapatero se enfrenta directa y personalmente a los españoles. El resultado de ayer es, igualmente, un refrendo a Rajoy y a su estrategia de moderación frente a la crispación socialista. A Rajoy se le ha exigido que superara cada elección como si de un examen personal se tratara. Desde el Congreso de Valencia los ha aprobado todos, lo que debería servir para que la derecha se centre en propiciar el cambio político en las próximas elecciones generales, y a hacerlo en torno al liderazgo —sin estridencias, pero eficaz— de Mariano Rajoy.
Editorial en ABC, 23/5/2011