Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 25/8/11
Bildu irá a las generales sin más pedagogía que la confianza en el respaldo de su base a lo que decidan los jefes
En el 2008, a un portavoz de la izquierda abertzale se le ocurrió decir al término de una manifestación que tenían unas «elecciones en ciernes, las elecciones al Congreso y a las Cortes generales». Desde la clandestinidad en Francia, una de las actuales dirigentes de ETA, Iratxe Sorzabal, Ezpela, rugió por escrito enviando una carta a los entonces jefes de la banda en la que criticaba, en primer lugar, que ese portavoz no hubiera hablado de «elecciones españolas» y luego que se le hubiera ocurrido la posibilidad de participar en esos comicios.
El brazo político de ETA tomó parte en todas las elecciones generales celebradas entre 1979 y el 2000. Sus electos iban a las Cortes, tomaban posesión del cargo, recogían la correspondiente credencial y ya no volvían a pisar las cámaras. En el año 2000, una ETA que había decidido avanzar hacia la independencia por la vía de los hechos consumados, estableció que no había que participar en las elecciones generales por ser un asunto de los españoles, no de los vascos. Si no participaban en las elecciones de Dinamarca ¿por qué habrían de hacerlo en las de España?
Se impuso el veto a las generales en el 2000, aunque cuatro años más tarde el veto se lo impusieron a ellos con la ilegalización de Batasuna. ETA y su entorno han desarrollado durante la última década un discurso contra los comicios generales.
En el 2008, algunos dirigentes de ETA estuvieron considerando la posibilidad de intentar participar y eso provocó una reacción furiosa de sus militantes que parecían ignorar la de veces que se habían presentado a ese tipo de votaciones. Documentos internos de la banda de ese año revelan la dureza de las posiciones de los terroristas en respuesta a la insinuación de concurrir a esos comicios.
Ezpela abogaba por «romper esas elecciones» y precisaba que «cuando hablo de romper, lo digo en el sentido literal pero amplio también: realizado por todos los tipos de lucha». Xarla, otro etarra ahora encarcelado, reclamaba «robar las urnas, quemarlas, altercados en los colegios electorales, acciones de la Organización…». Un tercer terrorista pedía «papeletas (de voto) incendiarias con retardo» y apostillaba que esos artilugios «¡ya los teníamos preparados para las elecciones pasadas!». Otro más reclamaba atentados contra el PP y el PSOE. El resultado de las presiones internas de ETA fue el asesinato del ex concejal socialista de Arrasate, Isaías Carrasco, en vísperas del día de la votación.
Ahora, tres años después del asesinato de un militante socialista como muestra de rechazo a las elecciones, la izquierda abertzale prepara su presentación a unos comicios generales, tan españoles como los anteriores, como si la última década nunca hubiera existido. Sin hacer una autocrítica, sin explicar a su propia gente porque antes no y ahora sí, sin más pedagogía que la confianza en el respaldo incondicional de su base a lo que decidan los jefes, sea para ir adelante o hacia atrás.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 25/8/11