José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
- El PP ha logrado imponer el marco mental de referencia en la bajada de impuestos, en la cuestión judicial y en el convencimiento de que Sánchez y el PSOE perderán las elecciones
En política, el partido o el líder que establece el marco de referencia mental gana. “Los marcos de referencia no pueden verse ni oírse. Forman parte de lo que los científicos cognitivos llaman el ‘inconsciente cognitivo‘ —estructuras de nuestro cerebro a las que no podemos acceder conscientemente— pero que conocemos por sus consecuencias: nuestro modo de razonar y lo que se entiende por sentido común”.
Esta explicación es de George Lakoff en el prólogo de su obra ‘No pienses en un elefante’. El ensayo aconsejaba a los demócratas estadounidenses que no estuviesen pendientes de lo que hacían y decían los republicanos, es decir, que no pensasen de forma constante en un elefante, que era la imagen-mascota de sus adversarios, porque, al hacerlo, estos imponían su marco mental de referencia. De ahí que Lakoff aconsejase que “pensar de modo diferente requiere hablar de modo diferente”.
El presidente del Gobierno, sus ministros y los cargos orgánicos del PSOE piensan constantemente en un charrán, esa especie de gaviota que identifica al PP. Núñez Feijóo ha logrado que el Ejecutivo de coalición actúe de forma reactiva y, por lo tanto, improvisada, y se mueva a rebufo de las iniciativas de los conservadores. Metafóricamente, están ‘pensando en un elefante’, o en el charrán del PP: y, así, están perdiendo la partida.
Los elefantes en la Moncloa son varios, pero tres cobran unas dimensiones de gran proboscidio.
El presidente del Gobierno, sus ministros y los cargos orgánicos del PSOE piensan constantemente en un charrán
El primero es el elefante fiscal. Ha bastado que un barón popular —el andaluz Moreno Bonilla— anunciase la bonificación del cien por cien del impuesto del patrimonio para que el impulsivo José Luis Escrivá lanzase la especie de la ‘recentralización’ fiscal y la aturrullada María Jesús Montero haya improvisado un pastiche en el que baja el IRPF dejando a las clases medias a la intemperie y perpetre un auténtico fraude creando un impuesto para ‘los ricos’ con el mismo hecho imponible que el de patrimonio y con el solo propósito de capar la autonomía financiera de las comunidades autónomas.
Ni por esas: el marco mental de referencia que se ha impuesto es deflactar el IRPF y bajar los impuestos porque el Estado ha aumentado la recaudación y hay que aliviar la situación de los ciudadanos atenazados por la inflación. Ximo Puig y el Gobierno PNV-PSE sucumbieron al marco mental de referencia del PP y se alinearon con su tesis. Les van a seguir otras comunidades, entre ellas Cantabria y seguramente Aragón y Castilla-La Mancha.
El segundo elefante en la Moncloa es el judicial. O la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Aun teniendo el Gobierno una muy buena parte de razón inicial —despilfarrada después al desactivar el órgano de gobierno de los jueces con grave perjuicio para la Administración de Justicia—, el PP ha sabido jugar sus bazas: renovar, sí, pero con el compromiso de cambiar la ley para que los jueces elijan directamente a 12 de los 20 vocales del Consejo y, además, se acuerde el nombramiento para sustituir a un magistrado del Constitucional, de la cuota conservadora, que se ha retirado por razones de salud, Alfredo Montoya, nombrado en su día a propuesta del Senado. Según el sondeo de Metroscopia elaborado sobre este asunto el pasado mes de septiembre, el 24% atribuye la responsabilidad del bloqueo del Consejo al PSOE, el 30% al PP y el 37% a “los dos por igual”.
La visita a España la pasada semana del comisario de Justicia de la Unión Europea, el belga Didier Reynders, ha sido acogida con torpe hostilidad por el Gobierno. El responsable comunitario se ha limitado a apadrinar la fórmula europea que, a la postre, es la que mantiene el PP: renovar con la ley actual y reformarla de inmediato conforme a los estándares europeos. Eso es lo que reclama, precisamente, el informe sobre el Estado de derecho de la UE correspondiente a este año: “Proceder a la renovación del Consejo del Poder Judicial con carácter prioritario e iniciar, inmediatamente después de la renovación, un proceso con vistas a adaptar el nombramiento de sus jueces miembros, teniendo en cuenta las normas europeas”.
La visita a España la pasada semana del comisario de Justicia de la Unión Europea ha sido acogida con torpe hostilidad por el Gobierno
¿Cuáles son ‘las normas europeas’? Pues, según la crónica de Reyes Rincón en ‘El País’ del 30 de septiembre del pasado año, estas: “El Consejo de Europa insta a España a cambiar ‘sin demora’ el sistema de elección del Poder Judicial. El Grupo de Estados contra la Corrupción pide que se elimine la intervención de los políticos en el nombramiento de los vocales jueces”.
En estas circunstancias, de nuevo el marco mental de referencia, excusa en muchos sectores al PP de la responsabilidad única del bloqueo, reparte culpas con el Gobierno y establece un criterio aspiracional: profesionalizar el Consejo General del Poder Judicial. Si su presidente, que lo es a la vez del Supremo, dimite como tiene asegurado, en la Moncloa correrá una manada de elefantes porque en la Unión Europea no lo van a entender.
El tercer elefante, de trompa larga, son las encuestas. Chaparrón de sondeos —casi a ritmo semanal, ayer la de ‘El País’— señalan que entre el PP y Vox habría mayoría absoluta en unas próximas elecciones y el PSOE y las fuerzas a su izquierda serían desalojados del poder. Será así o no. Pero el marco mental de referencia es ese y no otro. Se ha instalado. Por más que se oponga el inane eslogan del ‘Gobierno de la gente’ o se programe un calendario de presencias populares de Pedro Sánchez o se termine por perpetrar la serie propagandística de las ‘Cuatro estaciones’ sobre “el día a día del trabajo del presidente”, una iniciativa pactada por la Secretaría de Estado de Comunicación con dos productoras en manifiesta desviación de poder.
Ni Tezanos con sus sondeos creativos, ni argumentarios obvios pronunciados sin orden ni concierto por los ministros, ni expresiones manidas hasta la extenuación (“arrimar el hombro”), ni otros recursos han logrado expulsar de la Moncloa a los elefantes y a los charranes. El marco de referencia mental —la derrota del PSOE de Sánchez— ha arraigado.