Juan Carlos Girauta-ABC

  • Nuestro Consultorio ha sido siempre una escuela de abnegación para las mujeres

 

Querida amiga: Desconozco cómo has llegado a saber de la pervivencia secreta de este Consultorio. Tu nombre no aparece en la restringida lista de mujeres con derecho a utilizarlo después de que el programa radiofónico dejara de emitirse. Atrás quedaron casi cuarenta años de éxito.

De todos modos, te prestaré mi consejo. Confío en que te ayudará a superar esas tribulaciones tan propias de tu edad. A cambio, te ruego que no reveles nuestra existencia, siempre en riesgo de hallar su final real por cualquier indiscreción. Este Consultorio ha orientado a centenares de miles de mujeres, pero solo podrá mantener su benéfica función si somos reservadas. Te aseguro que vale la pena, ahora que estás entre nosotras. Tómanos como esa mano amiga a la que recurrir cuando las circunstancias te superen.

Si has oído en las redes alguna de nuestras antiguas emisiones, puede que te hayas llevado una impresión equivocada. El Consultorio no estaba con los valores del franquismo porque sí. Pregúntate siempre quién manda, como Humpty-Dumpty, y el significado de las palabras irá de suyo. No apuntalamos este o aquel sistema; mostramos a nuestras amigas lo que deberían hacer cuando algo en sus vidas se sale del espíritu de su tiempo. Ya verás, sin embargo, que en lo sustancial las cosas no han cambiado tanto como parece.

Respondiendo a tus dudas: agradece a tus padres que te hayan enviado a estudiar a los Estados Unidos, pero, a la vez, no dejes de preguntarte -y de preguntarles, llegado el caso- qué clase de carencias propias están conjurando a través de ti. Te dirán que desean lo mejor para su hija, y no dudes de que así lo creen de todo corazón. Pero son ellos los que te trajeron al mundo sin preguntarte antes. Tú no estás en deuda con nadie; cuida de no deslizarte por la pendiente del excesivo agradecimiento. ¿Te resulta este tono diferente a lo que esperabas? Si tal es el caso, lo que viene te sonará más familiar.

Dices que temes a unos muchachos afroamericanos que se colocan a las puertas de tu instituto e instan a las blancas, al azar, a arrodillarse y besarles las botas. Si contemplas la situación con perspectiva, verás que, en realidad, el problema no existe. Actúa con naturalidad. Nuestro Consultorio ha sido siempre una escuela de abnegación para las mujeres; por eso sabemos reconocer los momentos en que hay que ceder un poco para evitar males mayores. Este es uno de esos momentos.

Los chicos que te preocupan han vivido experiencias distintas a las tuyas. Intenta comprenderlos, no juzgarlos. A veces un aparente sacrificio resulta lo más indicado. No te sientas humillada si se fijan en ti. No los rechaces. Sonríe siempre, lánzales una mirada de comprensión y cede en esa tontería para evitar males mayores. ¿Qué importa al fin y al cabo sumarte a un ceremonial que tus amigas han aceptado, hincar la rodilla en el suelo y besar la bota del varón de turno?

Tuya siempre, Elena Francis.