Ellos (y ellas) son el caos

SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

EL MINISTRO Ábalos es un personaje fascinante. Ayer tuvo un rapto de inspiración sobre la celebración de un Consejo de Ministras en Barcelona el próximo 21 de diciembre. Resumen de lo publicado: el doctor Sánchez, cavilando en cómo se la maravillaría él para atraerse las simpatías de Quim Torra, dio en sugerir que pensaba celebrar una reunión del Gobierno en Barcelona el citado día 21. Torra no se mostraba muy partidario de la cita y prefirió darle largas. Mientras, los sectores más irreductibles del golpismo catalán, encabezados por los Comités de Defensa de la República, se preparan para arruinar al Gobierno el Consejo de Ministros del 21-D organizando una ‘kermesse’ heroica de los revoltosos.

El ministro de Fomento, hombre sensible donde los haya, consideró que había riesgo de una grave alteración del orden público y llegó a poner en duda la celebración del Consejo: «Hay que valorar si las cosas que se hacen para bien consiguen un resultado positivo». La posibilidad de cancelar el Consejo de Barcelona fue corregida al punto por el Gobierno y por su vicepresidenta, a la que, como es costumbre, no se entendió del todo, pero ratificaron que el Consejo se celebraría en Barcelona. «Por supuesto que se va a celebrar. No hay dudas al respecto». El ministro dijo que hablaba a título personal, lo cual le exime de responsabilidad, según la vicepresidenta Calvo, que sólo ve materia cuando se expresa en tanto que ministro de Fomento.

Los sanchistas es lo que tienen. Hoy han corregido a Ábalos, pero es que este hombre había corregido antes al mismísimo doctor Sánchez, que con su inseparable don de la oportunidad saludó la fiesta de la Constitución mostrándose partidario de acabar con la inviolabilidad del Rey, que es una figura obsoleta tal como la define el artículo 56.3 de la Carta Magna. Ya metidos en gastos, añadió que, en su opinión, el Rey está de acuerdo con él en esto. Ábalos dijo que ésa no es una propuesta que esté encima de la mesa, que no hay iniciativa de revisión al respecto y que ésa es la posición oficial. «Lo demás son opiniones, obviamente, del presidente y de quien haga falta». Ya sólo falta que lo interprete la portavoz Celaá, por supuesto a título personal, para que el caos sea total.