Debo confesar una prudente admiración hacia Cuca Gamarra, una riojana a la que Pablo Casado requirió para sustituir a Cayetana Álvarez de Toledo cuando destituyó a esta como portavoz del Grupo Popular en el Congreso. El ya casi ex presidente del PP no podrá incluir su nombramiento como mérito para ser considerado el head hunter de la política española. Debo confesar un prejuicio onomástico hacia personas adultas a las que se reduce su nombre a un hipocorístico infantil, que pespuntea con primor la ridiculez: Cuca, Fefa, Mamen y en ese plan. Cuca Gamarra fue inscrita en el Registro como Concepción, Concha sería su nombre familiar más común en castellano, aunque ahora que lo pienso, Concha sería mucho peor que Cuca en el cono sur de América latina.
Hay un valor que quiero destacar en ella: hacen falta coraje, determinación y entrega al partido para sustituir a la diputada más inteligente y culta del Congreso en el cargo de portavoz. No sé en qué momento exacto se apeó del par director que formaban el presidente y el secretario general, pero es decisión que la honra después de la infame entrevista de Casado en la COPE.
Ah, los 280.000 euros del presunto comisionista. Un tal Requeijo ha escrito en ‘El Confidencial’ que “la Comunidad de Madrid confirma ahora” lo de los 283.000 euros del hermano que había contado a Herrera Pablo Casado. Ione Belarra, una de nuestras más discapacitadas ministras, lo pasó a sucio en un tuit: “Ayuso finalmente reconoce que su hermano cobró más de 280.000 euros como comisionista en la compra de mascarillas en el peor momento de la pandemia. Lo reconoce tras una semana mintiendo”. Ella ascendió a su novio a la dirección de Podemos. En mi opinión, Ayuso debería llevar a esta insuficiente a los tribunales.
Y así, entre Requeijos y Belarras las redes sociales han ido tejiendo la insidia. Ni ahora, ni finalmente. Ayuso lo explicó desde el principio: Ni como comisionista, ni 280.000. Fueron 55.000 por la gestión de la compra, (no por la intermediación) por traer las mascarillas de China, tarea en la que fracasaron dos ministros: Ábalos con Soluciones de Apoyo a la Gestión de Empresas S.L. que pasó de 0 a 53 millones de facturación en 2020 con adjudicaciones a dedo. ¿Se acuerdan del ministro Illa? Un tipo al que pusieron en Sanidad sin experiencia ni conocimientos en una silla que le calentara el culo para hacer campaña en las catalanas y que firmó contratos por centenares de miles de euros con empresas, algunas de las cuales carecían de toda experiencia en el ámbito sanitario. Una de ellas, M.J. Steps, por no tener, no tenía ni una dirección conocida y las mascarillas que gestionó llegaron a Madrid, lo que no pasó con las encargadas por Illa, en fin.
Toda esta campaña se debe a Pablo Casado, que proporcionó una información falsa, obtenida mediante un delito de revelación de secretos y que después de haberse despedido en el Congreso, ha conseguido una prórroga de cinco semanas en la Presidencia para ver si la campaña contra Isabel Díaz Ayuso le salva a él la vida política.
Cuca no le ha seguido en esto y es decisión que la honra. Aplaudió, como todos los diputados populares después del mejorable discurso de despedida de su jefe, que era un excelente parlamentario. En esto se equivocaron y ahora tenemos que estar pendientes de lo que haga en estas cinco semanas. Lo propio habría sido un minuto de homenaje, pero no de aplausos, sino un minuto de silencio.