JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • En el duelo entre Sánchez y Feijóo se confrontan dos modelos de sociedad

La mayoría de los institutos de opinión, a cinco meses de las elecciones municipales y el doble para las generales, certifican (a excepción del CIS) que el Partido Popular va por delante del Partido Socialista en intención de voto. Sin embargo, los encuestadores también detectan un importante desconcierto en un cuerpo electoral sometido a un intenso bombardeo de versiones sobre la realidad política y económica española, que oscilan entre el catastrofismo y el liderazgo mundial. A medida que se vayan acercando las fechas electorales decisivas, las empresas demoscópicas irán corrigiendo y ajustando sus pronósticos, pero mucho tendrá que cambiar la realidad nacional que se ha ido cuajando a lo largo de esta legislatura para que se produzca una mudanza radical en la cohesión de los dos grandes bloques a derecha e izquierda.

El país está en un virtual empate técnico entre el bloque de la investidura de Sánchez y el conjunto heterogéneo del centro derecha. Las dos grandes comunidades de intereses, los dos grandes bandos políticos nacionales, están fuertemente consolidados y, si no se produce un acontecimiento extraordinario que haga temblar las bases electorales, el triunfo final lo decidirá un puñado de votos. Por eso cualquier error sustancial en esta larga campaña puede ser decisivo en el resultado. Este va a ser el año de los asesores, gabinetes de estrategia, jefaturas de propaganda, diseñadores de ideas fuerza. En ese terreno, el Gobierno de Pedro Sánchez lleva ventaja, lo que explica los recientes movimientos de piezas que Feijóo ha tenido que realizar urgentemente en sus filas con incorporaciones como las de Iñigo de la Serna y Borja Sémper.

En el mano a mano de Sánchez contra Feijóo, al final, van a tener más influencia en el resultado final las siglas que los líderes porque está acreditado que, aunque Sánchez insiste en su eslogan de gobernar para la gente, su persona no tira de la lista, sino que la frena. Y, en el caso de Núñez Feijóo, también es palpable que, desde su desembarco en Génova, el efecto de su jefatura y su impacto demoscópico se han ido deshinchando. Pero aunque el duelo se personifique mediáticamente en los dos primeros espadas, en este ciclo electoral como en ningún otro, se confrontan dos modelos de sociedad cada vez más divergentes. Y en esa batalla tiene una importancia sustancial la unidad de acción de los partidos que componen cada bloque. Por el momento, el que se configura en torno a Sánchez tiene ventaja porque conservar el poder es un adhesivo imbatible. El bloque de centro-derecha está pendiente de la catarsis de Ciudadanos porque su desenlace será decisivo en la suerte de la derecha.