JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • Garamendi parece haberse comprometido con una tarea muy sugerente pero ardua

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha acabado el año explicando su zizagueante gestión con una sentencia contundente y enigmática: «Teníamos que sacar la política del mundo de la empresa». Para alguien que acabó rompiendo en llanto ante la asamblea de los empresarios tras ser fustigado por su confusa posición ante los indultos del ‘procés’, tiene lógica que ahora haya hecho del objetivo de alejar a los empresarios de la política partidista el norte de su brújula. Gato escaldado huye del agua fría. Garamendi parece haberse comprometido con una tarea muy sugerente pero ardua y sobre todo voluntarista. Convertir a la CEOE en un ente aséptico políticamente hablando, neutro ante el poder y esterilizado de ideología partidista. Una nueva generación de empresarios pop que lo mismo pueden sacar a la pista de baile a una ministra del PCE que irse de cañas con los liberados de CC OO. Su encomiable propósito, sin embargo, debería coincidir en paralelo con unas organizaciones sindicales que caminasen en la misma dirección alejándose de la dependencia partidista y gubernamental en lo político y en lo financiero.

Es cierto que el industrial, el fabricante, el capitalista lo que persigue como primera providencia es garantizar los intereses de su empresa y su capital; y que los elementos ideológicos a la hora de jugarse ‘las perras’ siempre pasan a segundo plano. Pero es arriesgado predecir si los nuevos empresarios o el propio Ibex 35 va a seguir a Garamendi en esa tarea de mirar hacia otro lado cuando gobiernos de un color determinado quieran poner los recursos de todos al servicio de una ingeniería social orientada ideológicamente o crear cotos de apoyo electoral mediante un engorde artificial del sector público. En la batalla por fijar el marco de relaciones laborales para los próximos tiempos la Confederación le ha mantenido a Garamendi el apoyo mayoritario pese a que muchos piensen que Yolanda Díaz le ha levantado la merienda. Pero estamos ante una coyuntura histórica a punto de repartir miles de millones de euros de ayudas a fondo perdido de la UE, subvenciones públicas varias y ante ese maná los empresarios son capaces de aprenderse la letra de la Internacional.

Hay un clima de coerción política en el ambiente que explica muy bien este surfeo del líder de la patronal haciendo de la necesidad virtud y anunciando el advenimiento del capitalismo pop. Un clima cuya derivada práctica sería que el Ejecutivo y sus socios proponen a un sector clave de la sociedad que se meta en la oficina y deje que el Gobierno haga tranquilamente su política social-populista. Vosotros no molestáis y nosotros no os metemos las cabras al corral. ‘Do ut des’.