EL MUNDO 07/07/14
· Rajoy espera que el futuro líder del PSOE tenga la misma postura en asuntos territoriales
El presidente del Gobierno demostró ayer una vez más que él tiene sus prioridades, sus procedimientos, su calendario y su propia forma de guardar la etiqueta. Esté en Faes, como ayer cuando acudió a la clausura del Campus, o no lo esté. Y lleve corbata o no.
En su comparecencia, Rajoy llamó a mantener un «patriotismo sereno, cívico y orgulloso de lo que somos»; alegó que «somos una gran nación, es lo que somos y lo que estamos dispuestos a ser en un futuro», y añadió que no podíamos permitirnos «el lujo del fatalismo o la duda».
Y con estas tres frases pareció querer responder, en virtud de la polisemia, a quienes reclaman la regeneración del sistema; a quienes piden más contundencia; a los candidatos a suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba, que para fijar posición se han volcado en sus críticas hacia el Gobierno; al president Mas, que se quejó de que el discurso del Rey Felipe VI no incluyera los términos «nación de naciones», e incluso a quienes, como Aznar en el pasado, realizaron duras críticas a la política económica del Gobierno. «Hemos cogido el toro por los cuernos», replicó en este punto.
Casi todo su discurso fue económico, pero fue imposible que quedase en segundo plano su única referencia al proceso interno del PSOE. «Espero que se resuelva la situación del PSOE», señaló, y que quien sustituya a Pérez Rubalcaba mantenga una «posición similar» en relación con el «tema catalán» y un «contacto directo con el Gobierno». Para resolver el «tema catalán» y también para llevar a cabo la agenda para «mejorar la calidad democrática» que, según dijo, el Gobierno va a desarrollar a partir de septiembre porque «hay muchos españoles que han perdido la confianza y el reto es recuperarla».
Conseguía de ese modo Rajoy trasladar a la oposición la responsabilidad de eventuales desacuerdos futuros y también pretendía apartar las miradas hacia el pasado. Así, según dijo, «es ahora cuando se va a comprobar que es más fácil comentar que reformar y criticar que construir», y se refería a temas como el estatuto del alto cargo, la elección de alcaldes, los aforados y la agilización de la Justicia, que serán tratados en los cursos de verano del PP.
No concretó más sobre cuestiones tan fundamentales y que requieren de una apuesta poco improvisada, del mismo modo que tampoco se extendió en el asunto catalán. La Fundación del PP destinó un curso entero de tres a las cuestiones territoriales porque, al decir del ex presidente Aznar, «el desafío secesionista que sufre España por parte del nacionalismo pone en cuestión la Constitución, la unidad y la continuidad histórica de nuestro país». Mariano Rajoy, fiel a su estrategia, prefirió dedicarle al asunto unos minutos tras asegurar que su prioridad es el paro. «Mi posición es la misma, ese referéndum no se puede celebrar y no se va a celebrar porque lo que sea España corresponde decidirlo a todos los españoles, como reza la Constitución», insistió, y con esta frase y la de la «gran nación», zanjó.
Su énfasis mayor lo dedicó a la economía, a recordar de nuevo cómo recogió una España «en recesión», en la que «lo urgente era evitar la quiebra», para compararla con la actual situación y asegurar que «esto va a ir a mejor». «No hay más enemigo de la política social que la política que generó los efectos de los que hemos hablado» y es una «falsedad que se haya liquidado el modelo social», afirmó. En contra de las críticas, sostuvo que «la sanidad es más universal que antes», que los inmigrantes ilegales «están en iguales condiciones que el mejor país europeo en esta materia» o que «el sistema de dependencia está atendiendo más gente que en 2011».
Sobre un elemento llamó la atención Rajoy: cuando habló de que «uno de los retos más importantes» es mantener el Estado de Bienestar y recordó que el 40% del presupuesto se lo llevan las pensiones, por lo que «la clave es conseguir que haya más gente trabajando». Otra alusión activó a los predispuestos a ironizar: cuando para alabar a un país que se encuentra entre los que más ha prosperado recordó que España tiene aeropuertos «como nadie».
De estabilidad y corbatas
Se escenificó la buena sintonía. Viéndolos conversar amigablemente, cualquiera hubiera dicho que los llamativos enfados habidos en la campaña de las europeas jamás se hubieran producido. José María Aznar salió a recibir al presidente Rajoy a la puerta del recinto donde se celebran las jornadas de Faes, los dos posaron – esta vez se ahorraron la absurda imagen de una impostada conversación tras una mesita en el exterior del edificio – , bromearon sobre que yo no llevo corbata y «yo no me la he quitado desde que empezó el campus» y se reunieron durante 15 minutos en privado. Después, Aznar alabó de Rajoy que fuera el ponente «más estable y consolidado de Faes» y pidió que no «le entre fatiga» y que continúe siéndolo. Y Rajoy respondió con una de sus frases características, que también fue un guiño: «Amo la estabilidad y eso significa lo que todos sabemos que quiere decir». Aznar prefirió reducir su intervención y hacerla menos política y, al final, todos aplaudieron.