Pedro Sánchez no ha mencionado a Cataluña ni al separatismo en la primera sesión del debate de investidura. Igual no sabe que hay lío
Pues señor, habló Sánchez, doctor horroris causa, y habló de esto y de aquello, y por hablar hasta lo hizo del plástico, que ya es hablar. Pero del desafío separatista que paraliza la vida política tanto en Cataluña como en el resto de España, su próvida charleta quedó muda cual estatua de mármol. A saber, que, o Sánchez no quiso mentar la bicha ante sus aliados podemitas, separatas y pro etarras, o, simplemente, el presidente en funciones está in albis respecto al asunto. Uno se imaginaba a los catalanes socialistas asesorándole prudente y sabiamente cual Néstor, pero se conoce que no. Ni Iceta, ni la señora Batet, con esos rizos a lo Shirley Temple, ni Pepe Zaragoza, que, como servidor, hace años que dejó de comprar peines, le advirtieron que en Cataluña siguen mandando los mismos separatistas que intentaron un golpe de estado, que están peleados a muerte entre ellos, que no hay presupuestos aprobados, que el Parlament está más vacío de contenido que una cáscara de nuez y que la Genestapo sigue implacable con su dictadura escolar, mediática, social.
Sánchez se parapetó detrás la siempre socorrida trinchera del “que vienen los fachas”, mirando ora a Casado, ora a Rivera, y sin mirar a Abascal, que ahí hay mucho toro para tan poco maletilla. Sánchez será recordado, y esperemos que solo sea por eso, como el presidente más flojo intelectual, parlamentaria y políticamente hablando de nuestra democracia. Conocen los asesores del bello Pedro que la opinión pública es como el agua, que se adapta a la vasija que la contiene, y con los telediarios e informativos públicos en su poder, relajan sus mandíbulas pétreas, pues saben que el miedo guarda la viña y si hay algo que teme el sano pueblo español es al terrible fascismo. Un fascismo y un temor, naturalmente, inexistentes, que solo viven en las mentes de quienes tienen muy claro que de Franco se puede seguir viviendo.
Hay en esa demonización grosera, estulta y brutalmente sectaria un intento claro de ocultar lo que se está haciendo, porque, a cuenta de avisar que viene el fascio, no se habla de como resurge el movimiento abertzale, de como en Cataluña se vive un régimen de dictadura encubierta de falsa democracia, de como la economía está en la UCI, las instituciones públicas en almoneda, las calumnias y los san benitos en plena vigencia y la mediocridad más abominable imperando.
Sánchez ignora, levantando la ceja cual Zapatero, el envite que supone para cualquier estado de derecho que un grupo se alce en contra del mismo
A uno le duele que un partido, como el socialista, que dio personajes como Besteiro o Tierno, haya caído en la inanidad más despreciable. Porque ni Sánchez supo dar réplica a sus contrincantes ni su programa, por llamarlo de alguna manera, da respuesta a los graves problemas que tiene la sociedad española. Sánchez finge que en Cataluña no pasa nada, simplemente no nombrándola. Desprecia así a la mayoría de sus compatriotas de esta región en la que, seamos sinceros, viven – vivimos- sojuzgados por unos locos que solo representan al cuarenta por ciento del electorado.
Sánchez no sabe que aquí se dirime el futuro de nuestra democracia, que con sonrisitas, pactos vergonzantes y agendas ocultas no hará más que emponzoñar la herida que supura en esta tierra y que ya empieza a contaminar con su pus al resto de la nación. Sánchez ignora, levantando la ceja cual Zapatero, el envite que supone para cualquier estado de derecho que un grupo se alce en contra del mismo. Sánchez es la moderna representación de un Don Tancredo cobarde, que se esconde tras el burladero, no sea que el toro lo pille. Sánchez, en fin, no sabe que en Cataluña hay lío.
Rivera se lo dijo en frase feliz: mientras el candidato estaba allí hablando de lo humano y lo divino, luego, en la habitación de al lado, pactaba con los que desean destruir nuestro sistema. A lo mejor, si se enterase, el doctor diría con gesto de sorpresa “Ah, pero ¿hay lío en Cataluña? ¡no me jodas!”.
Claro, con Collboni colocadito en el ayuntamiento e Iceta pergeñando el futuro tripartito en la Generalitat, junto a Esquerra y podemitas, al hombre le debe parecer que las cosas aquí marchan divinamente. Debe ser eso.