Francisco Rosell-El Debate
  • Camino de Soto del Real donde ayer escoltó como tantas veces a Ábalos, Koldo García plantó dos rejones de muerte a Sánchez: de un lado, desenmascaró la moción de censura contra Rajoy al destapar que este la negoció clandestinamente en un caserío vasco con el condenado por terrorismo Otegui, mientras lo negaba públicamente en una televisión navarra

Cuando este 8 de diciembre el nada inmaculado José Luis Ábalos celebre en la prisión de Soto del Real su 66 cumpleaños no recibirá ningún bonsái como el que en 2018 le entregó Pedro Sánchez, rodeado de medio Gobierno y la plana mayor del PSOE, al conmemorarse sus 60 en un restaurante madrileño del comisionista Víctor de Aldama. Eran jornadas de vino y bonsáis para el muñidor de la moción de censura Frankenstein que aquel mismo mayo había encumbrado en La Moncloa a Sánchez con menos escaños que otros antecesores como Almunia y Rubalcaba que dimitieron. Es más, el otrora ministro de Fomento y secretario de Organización socialista se percibía tan intocable casi como el jefe de aquella ‘banda del Peugeot’ que completaban Santos Cerdán y Koldo García, más el denominado ‘quinto pasajero’, el sevillano Francisco Salazar, para asaltar Ferraz y La Moncloa.

Por eso, cuando el hijo del torero ‘Carbonerito’ se vio envuelto en enero de 2020 en el incendio propagado por la entrada ilegal en España de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, se sostuvo impertérrito más allá de tener que dar tantas versiones como horas tiene el día. No obstante, aseveró tajante que «otros quizá estén en la política de paso», pero «yo vine para quedarme y no me echa nadie». Tal advertencia hizo que Sánchez casi se arrojara en paracaídas del helicóptero en el que sobrevolaba un Castellón devastado por la borrasca ‘Gloria’ para cerrar filas, con quien «aprecio en lo político y lo personal».

Garante de sus secretos, Sánchez no quería fisuras con su valido hasta que, al detectar que navegaba solo, al igual que su jefe de gabinete, Iván Redondo, le despojó de su omnipoder en julio de 2021 en un reajuste ministerial del que Ábalos (y Redondo) se creía a salvo al consultarte los nombres de su remodelación. En el último momento, le regateó y le asestó una palmadita en la espalda que el susodicho encajó como una puñalada trapera. Sánchez maniobró seguro de que su exlugarteniente no quebrantaría la omertá mafiosa porque, de romperla, se comprometería más él que quien le arrebató los privilegios del poder.

Aun así, a medida que los rumores crecían y las sospechas rondaban la cabeza de Sánchez hasta hacerle perder el sueño, el inquilino de La Moncloa debió recordar a Vito Corleone en El Padrino: «Mantén cerca a tus amigos, pero más aún a tus enemigos» y un despechado (más bien desbraguetado) Ábalos podía ser peligroso como un cable pelado que se deja al aire. No en vano, lo que había hecho por él podría hacerlo contra él. De ahí que, de forma aparentemente inopinada, lo rehabilitara en julio de 2023 como candidato al Congreso por Valencia. Entre tanto, le enviaba mensajes añorándolo con nostalgia de noche en vela y copa de alcohol para luego pasearse con él, como reveló El Debate, por los jardines monclovitas.

Tanta afabilidad obedecía a que ‘la banda del Peugeot’ estaba siendo investigada por la Guardia Civil, como sabían los concernidos por su «topo» en la Benemérita, por no aludir a los dispositivos del ministro Marlaska. Pero todo se complicó cuando la UCO apresó el 20 de febrero de 2024 a Koldo García, asistente de Ábalos y custodió de las firmas de las primarias del retorno de Sánchez a Ferraz en 2017. Mucho más cuando se supo que el «mudito» Koldo lo grababa todo y que, viéndole las orejas al lobo Pedro, podía pasar de bajo a tenor cantando La Traviata con Ábalos. «Haré lo que tenga que hacer de acuerdo a lo que yo me merezco y se merecen otros», había afirmado ‘Carbonerito’ hijo a La Sexta y ayer zamarreó el avispero del rescate de Air Europa y la intermediación de su patrocinada Begoña Gómez.

Camino de Soto del Real donde ayer escoltó como tantas veces a Ábalos, Koldo García plantó dos rejones de muerte a Sánchez: de un lado, desenmascaró la moción de censura contra Rajoy al destapar que éste la negoció clandestinamente en un caserío vasco con el condenado por terrorismo Otegui, mientras lo negaba públicamente en una televisión navarra; de otro, descubrió el pastel del fangal de rosas –perdón, «bancal del rosas»– con el que Sánchez encubrió la parte del león de la financiación de las primarias de 2017 proveniente del dinero negro de los prostíbulos de su suegro usando en el crowdfounding a emigrantes. Releyendo su Manual de resistencia, ahora se entiende por qué «el dinero literalmente llovía», según Sánchez, y por qué se salió por la tangente ante la comisión de investigación del Senado. Jugando con sus gafas de pasta gansa de no ver, respondió que no le constaba a quien se doctoró mintiendo y, desde entonces, lo hace compulsivamente hasta convertirlo en psicopatía.

Creyéndose sus mentiras a base de mentirse, ‘Noverdad’ Sánchez lo peor que hizo fue humillar al aizcolari Koldo García relegándolo al rango de «anecdótico». Su arrogancia airó al antiguo portero de puticlub como al mismísimo coronel que Jack Nicholson interpreta en «Algunos hombres buenos» cuando se enfrenta, con su guerrera chapada de medallas, al abogado de aspecto aniñado que indaga la muerte de un marine en Guantánamo. Tras mostrar decenas de fotos con Sánchez y reservarse sus comunicaciones con el presidente, Koldo García ha roto la baraja con un desagradecido que, parafraseando aquel monólogo cinematográfico, se levantaba y dormía bajo la manta que él estima que le consiguió para llegar a La Moncloa.

Pero el problema de Sánchez es que ha estirado tanto el cobertor que se ha deshecho transparentando su responsabilidad y luego, al querer soltar lastre para escapar, el cabecilla de la banda ha provocado la reacción de sus cuates que no están dispuestos a comerse el marrón solos. En ese brete, Sánchez arriesga transitar del «nadie conoce a nadie» a que aparezcan pronto desafectos que, a fin de que no les pague con igual moneda, renieguen de él para quitarse el mochuelo de encima. Al borde de lo irreversible, Sánchez debe estar cavilando en el bunker de la Moncloa cuando tomar el Falcon de huida con plaza únicamente para él y, si acaso, para su «consuerte» porque el ayer incriminatorio no desaparece a voluntad ni siquiera para un presidente por muy impune que se juzgue. No hay teflón bastante para las falsedades y podreduras de tan infame Don.