Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 14/2/12
En Euskadi, la preocupación por la incierta situación económica de las cuentas públicas se ha convertido, desafortunadamente, en un asunto de patio de vecindad. Y es que mientras se asiste a la desbocada caída de la recaudación tributaria, que provoca en cascada un incumplimiento de los presupuestos y el consiguiente aumento del déficit, las descalificaciones mutuas se apoderan del altavoz mediático, ofreciendo así una imagen de dudosa responsabilidad.
El pulso entre el Gobierno vasco y el PNV se antoja interminable. Es evidente que los nacionalistas han acertado en su calculada estrategia de sembrar la duda sobre la incierta capacidad y la pésima gestión de Patxi López, a la que aderezan, por si fuera poco, del aterrador mensaje de que en cuestión de un par de meses «la economía vasca va a a ser insostenible». Así queda configurado un tenebroso escenario que, de entrada, hace muy difícil cualquier llamada a la confianza, precisamente cuando más se echa en falta un compromiso de consenso habida cuenta de que las tres Diputaciones y el Gobierno vasco, en manos de cuatro partidos diferentes, están aquejadas del mismo mal.
Pero es muy probable que propugnar ahora una acción concertada en la búsqueda de medidas reparadoras suponga un ejercicio de patética ingenuidad cuando el País Vasco se sitúa a menos de un año de sus próximas elecciones autonómicas. En realidad, las llamadas a la mutua colaboración entre nacionalistas y socialistas se las lleva el viento con pasmosa facilidad porque apenas durante 24 horas sin verse abortadas por insultos –Ricardo Gatzagaetxebarria retiró el suyo, pero José Antonio Pastor aún no-, retos o visiones catastrofistas desde ambos lados.
Así las cosas, podría pensarse que cuanto peor, mejor. Pero sería falta. El resultante de este alejamiento de un consenso perentorio puede tener a corto y medio plazo un signo demoledor. No debería olvidarse de que existe una amenaza real sobre el mantenimiento del actual ratio del Estado de Bienestar porque Euskadi debe responder a las exigencias sociales de 2012 con ingresos de 2007 y de que la palabra recesión se ha colado en el tejido socio-económico cuando hace unos meses aún se creía que «esas cosas» sólo le ocurren a «España».
Sin violencia, la preocupación mayoritaria de los vascos es el paro y la crisis. ¿Y la de los partidos, en el día a día, también?
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 14/2/12