Entrevista al escritor Jorge Martínez Reverte, con ocasión de la presentación en Bilbao de su última novela Gudari Gálvez. «Me apetecía hacer un libro abiertamente metido en la salsa del terrorismo», dice Reverte.
El periplo de Jorge Martínez Reverte (Madrid, 1948) para promocionar su última novela, Gudari Gálvez (Espasa), le llevó ayer a Bilbao, segunda parada tras el arranque en Madrid. La sexta entrega protagonizada por el irónico periodista y detective accidental Julio Gálvez se ambienta en el País Vasco y transcurre en la actualidad, con personajes reales y ficticios y una supuesta lucha interna en ETA como telón de fondo. Y Gálvez, entrado ya en la cincuentena, se encuentra a un antiguo amor.
Pregunta. El personaje ha ido creciendo con usted.
Respuesta. Va envejeciendo a medida que lo hago yo y que lo hace todo el mundo. Es como yo y como otros muchos. Representa a un tipo de gente que viene de una generación determinada, ejerce un oficio determinado y está en un país determinado.
P. El libro está dedicado a Mario Onaindía y a su familia.
R. Evidentemente, es un homenaje a Mario, pero también a otra mucha gente, a todos quienes están resistiendo una situación muy dura como la que se vive en el País Vasco. Eso no quiere decir que yo esté a favor de uno u otro partido, sino que abarca a muchísima gente que ni siquiera está en la política, sino que dice simplemente lo que piensa.
P. ¿Cómo ha llegado a conocer cómo se vive amenazado?
R. Tengo la experiencia del franquismo, que viví en su contra. En la España de Franco la gente no hablaba de política en los bares. Esto pasa hoy en el País Vasco. Y, desde luego, por la experiencia de mis amigos.
P. ¿Usted que es madrileño, nota especialmente esa falta de libertad para hablar en los bares vascos?
R. Se nota seriamente.
P. Euskadi se vende como un lugar donde se vive fenomenal.
R. Y se vive fenomenal. En la Alemania nazi de 1935 se vivía fenomenal si no eras judío, gitano, comunista y moreno y bajito. No sé por qué la gente invoca la Alemania nazi como un horror. La culpa era de ser judío o ser comunista.
P. ¿Hay que cerrar los ojos para vivir bien en Euskadi?
R. Claro, pero sí hay una resistencia civil importante.
P. Pero de la que se habla y se conoce menos que de sus verdugos.
R. Es que aquí hay una doble presión: la del terrorismo y su entorno y la del Gobierno.
P. ¿Ha sentido personalmente la fobia de los nacionalistas hacia Madrid, de la que habla nada más empezar el libro?
R. Permanentemente, aunque me la tomo con sentido del humor. Cuando se me acaba ese buen humor es cuando no puedo hablar con libertad o cuando se transmiten mensajes xenófobos como hacía Arzalluz y hace Carod-Rovira.
P. Desde las primeras páginas queda bien clara la cuestión de la que va a hablar: el terrorismo.
R. Me apetecía hacer un libro que fuera muy abiertamente metido en esa salsa. Y es lo que se puede esperar de un libro que se llama Gudari Gálvez.
P. ¿Cree que la lucha interna en ETA de la que habla en el libro es una posibilidad real?
R. Una de las cosas más complicadas de poder negociar con ETA algún día que deje las armas es que es imposible predecir por dónde puede salir.
P. ¿Su novela es ficción o supone un testimonio también?
R. Es una ficción. Ese tipo de personajes no pueden existir en la realidad. Un tipo como Jon Josu [uno de los personajes] que dice que en Euskadi se vive tan bien no puede existir en la realidad.
P. ¿Así que usted no ha conocido a nadie que diga que en el País Vasco se vive bien?
R. No, pero es que quizá Euskadi sea también una ficción [Risas].
EL PAÍS/PAÍS VASCO, 14/9/2005