Paloma Esteban-El Confidencial

El libro informativo sobre la alfombra floral belga, un gran reclamo turístico, presenta las ocho delegaciones que participan. Siete países (entre los que está España)… y Cataluña

El Ayuntamiento de Bruselas da a Cataluña rango de país al nivel de España, Japón o Alemania, entre otras naciones. Así aparece reflejado en el libro de información referido al evento bienal de las flores que la capital belga celebra con un tapiz floral gigante que llena la Grand Place cada dos veranos. Este año tuvo lugar la semana pasada, entre los días 16 y 19 de agosto. Se trata de un reclamo de por sí que miles de turistas aprovechan para organizar unos días de vacaciones en esta ciudad. Tal y como aparece en la web del evento y en el propio libro que se entrega a sus visitantes al que ha tenido acceso este diario —y que se traduce al inglés, francés y neerlandés—, entre las «delegaciones internacionales» que han participado en la edición de 2018 se encuentran por este orden: Cataluña, Japón, Alemania, España, Italia, Malta, México y Bélgica.

La cuestión no es solo que Cataluña no aparece como una comunidad autónoma perteneciente a España, sino que en el caso de otras naciones el libro especifica las regiones y municipios involucrados en la alfombra floral junto a su país de origen. Así, en el caso de Malta, la isla que realmente ha participado es Gozo; o en el de México, país que inspiró el diseño del tapiz de esta edición, aparece señalado Uriangato (uno de los municipios que conforman el estado de Guanajuato). En la delegación japonesa se refleja Tokio como la ciudad implicada en el evento, y en la alemana es el municipio de Karlsdorf (perteneciente al estado federado de Baden-Wurtemberg) el que se encuentra destacado.

Y no solo eso. En la propia delegación española aparecen los cuatro municipios que han participado a través de sus respectivas asociaciones culturales. Es el caso de Bueu y Puenteareas (Galicia), Carrión de los Condes (Castilla y León) y Castropol (Asturias). En cambio, la delegación catalana aparece al mismo nivel que la española, de forma independiente, y tan solo resalta la entidad cultural que ha contribuido al desarrollo de la alfombra floral: la Federació Catalana d’Entitats Catifaires, situada en el municipio de Caldas de Montbui, en la provincia de Barcelona.

El mismo libro acompaña las delegaciones internacionales con un dibujo de arcos medio ojivales que contienen lugares emblemáticos de cada delegación que actúa como país. Así, el primer arco es el catalán con una vitrina de la Sagrada Familia, mientras que el cuarto arco es el referido a España con seis imágenes entre las que están la Catedral de Santiago de Compostela y el Alcázar de Toledo.

La embajada de España en Bruselas, en cambio, resta importancia a la cuestión de que el ayuntamiento de la capital belga haya dado ese trato a Cataluña. Fuentes de la misma insisten a este diario en que el consistorio lo que hace es buscar «apoyos y patrocinio» para poder llevar a cabo el evento, y hacen hincapié en que «no solo Cataluña, sino distintas regiones europeas», participan en las ediciones de este acontecimiento cultural que se celebra desde 1971.

Desde la embajada quitan hierro al asunto y lo justifican en que «la gente se fija más por la actualidad» —en referencia al proceso secesionista— y consideran que si hubiera ocurrido algo así hace dos o tres años la importancia dada no habría sido la misma.

Fuentes diplomáticas insisten en que el proyecto de la alfombra floral «requiere de la participación de muchísimos voluntarios» y lo importante es recabar la ayuda suficiente para realizarlo. En todo caso, insisten en enmarcar dentro de la normalidad la participación catalana, sin ver nada extraordinario en el trato que recibe esta delegación -igualando a ‘Catalonia’ con ‘Spain’ como Estado- y que no se percibe en el resto de países.