En misa y repicando

EL CORREO 09/06/14
ALBERTO AYALA

· El PNV, que ayer dio lustre a la cadena con su selecta presencia, necesita insistir en su doble juego al menos durante otro año más

El PNV desmontó ayer con hechos aquel viejo refrán que dice que «en misa y repicando no puede ser». Fuera en recuerdo siquiera sentimental de su olvidado lema primigenio ‘Jaungoikoa eta lege zarra’ (Dios y leyes viejas) o, con mucha mayor certeza, por pura y dura conveniencia política, lo cierto es que los jeltzales sí fueron capaces de estar en misa y repicando, o algo muy parecido.

El lehendakari Urkullu se encargó literalmente de lo primero con su asistencia de punta en blanco, junto a su esposa, a la misa especial de reapertura al culto de la vieja catedral de Vitoria, la de Santa María. El presidente del Euskadi buru batzar, Andoni Ortuzar, habitualmente más cómodo en aquello de hacerse (¿o era tirarse?) al monte, se quedó con lo de repicar, si se me permite la metáfora, y estuvo en la multitudinaria cadena humana por el derecho a decidir que unió los 123 kilómetros que separan Pamplona de Durango.

La iniciativa política, un calco de la vía catalana de la última Diada, tenía garantizado el éxito desde el mismo instante en que el colectivo Gure Esko Dago la convocó hace unos meses bajo el impulso de EH Bildu. A estas alturas de la película sobra constatar la una y mil veces probada capacidad de la izquierda abertzale tradicional para movilizar masas.

El plus
Sortu y sus aliados hubieran culminado con éxito el reto que se autoimpusieron al planear el acto también en solitario. Pero la cadena fue políticamente más gracias al apoyo, limitado pero selecto, que le proporcionó el PNV. No, no es el avance del choque de trenes. Pero el Gobierno de Rajoy haría bien en incorporar a su mesa de análisis, y no archivar sin más, lo vivido ayer en Euskadi y Navarra.

Los jeltzales no quieren que en Euskadi les surja una Asamblea Nacional Catalana (ANC) que dispute a los partidos el liderazgo del pulso soberanista al Estado, como sí ocurre a orillas del Mediterráneo. Gure Esku Dago ni lo es ni parece que vaya a serlo. Tampoco que sus competidores en el campo nacionalista, EH Bildu, se apropien de las esencias abertzales y llegue el ‘sorpasso’, como también acaba de ocurrir en el Principado en las europeas, en las que ERC ha consumado el adelantamiento a CiU.

Por ello, el EBB declinó tocar la corneta y movilizar a sus batzokis. Y descartó igualmente desplazar en masa a sus burukides y cargos electos a vaguadas y caminos, como sí hizo en la marcha por los presos de enero en Bilbao. Eligió una cuidada presencia de líderes y agregó que asistían «a título personal». Así lo hicieron el mencionado Andoni Ortuzar, con un joven soberanista a un lado y unos veteranos gudaris al otro, todo muy improvisado como se ve. Y la troika que hoy por hoy representa al partido en el territorio más proBildu, en Gipuzkoa: el presidente de la regional, Joseba Egibar, y los portavoces municipal y foral, Eneko Goia y Markel Olano.

La de ayer ni es la primera ni será la última ocasión en que el PNV se apunta a lo de estar en misa y repicando. Al doble juego de la moderación y la radicalidad. Será así, si sobresaltos sobrevenidos no aconsejan otra cosa, hasta el invierno de 2015. Con sus ventajas y sus riesgos.

Será así hasta que se renueven ayuntamientos y diputaciones, y vea si logra o no rebajar el actual peso de la izquierda abertzale. Y hasta que se celebren las siguientes generales, se sepa quien va a gobernar España el próximo cuatrienio y en qué condiciones. Sabin Etxea enjuiciará entonces las opciones de engordar el autogobierno vasco en perjuicio de las competencias del Estado y rebajará o elevará la tensión. Llegará o no el desafío. Siempre, eso sí, que Ajuria Enea, no corra peligro. La experiencia de Ibarretxe sigue muy presente.