Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 3/9/12
En el descarado mano a mano electoral entre PNV y EH Bildu, no es baladí, más bien decididamente intencionado, que la candidata abertzale a lehendakari,Laura Mintegi, elija la balconada del hotel Carlton de Bilbao para fotografiarse junto a su futuro gobierno. Un gesto aderezado con la suficiente premeditación para garantizarse una inmediata proyección mediática en el País Vasco que, sin duda, contraría a su principal enemigo. Y, además, una imagen suficiente para compartir, como mínimo, el foco en el día de la proclamación de Patxi López como candidato de los socialistas a los comicios autonómicos del 21-O.
En este céntrico hotel de cinco estrellas de la capital vizcaína, el primer Gobierno vasco del lehendakari José Antonio Agirre (PNV) mantuvo la sede ocho meses hasta su caída en octubre de 1937, en plena Guerra Civil española. Es, desde luego, algo más que un símbolo para la historia política de Euskadi y una seña de acuñado patriotismo para el entorno nacionalista. Consciente de ello, EH Bildu, sagaz en el regate corto, le acaba de añadir un ingrediente para agitar el pulso con el PNV al proclamar Mintegi con absoluta rotundidad que su voluntad como gobernante asa por recuperar el proyecto que Agirre abanderaba en defensa de la libertad del pueblo vasco.
Bien sabe la izquierda abertzale la renatabilidad de los gestos en política. En realidad, a ellos se viene acostumbrando posiblemente como una consecuencia asociada a su prolongada ilegalización. Pero con la foto de su gobierno vasco en la balconada del Carlton, precisamente el mismo lugar que les sirvió para presentar en sociedad a su candidata, EH Bildu envía un doble mensaje de largo alcance, que tiene sin duda al PNV como primer destinatario. De entrada, actualiza sin lenguajes estridentes su histórica apuesta identitaria por «la libertad del pueblo vasco» como principal exigencia democrática y, de paso, incita a su enemigo directo a que no sea infiel al legado de su emblemático primerlehendakari.
Se trata de la misma izquierda soberanista que, en una muestra más de su holgada capacidad operativa, apenas unas horas antes había sido capaz de liderar otra vez en las calles de San Sebastián una exigencia en favor de los derechos humanos de los presos de ETA, alargando así una constante reivindicación sustentada en el interminable caso Uribetxebarria y que le viene aportando una impagable rentabilidad política. Una vez en Bilbao, el turno para atender a la otra orilla que convive en el mismo granero electoral, la ocasión del gesto amable, la foto distendida de ese gobierno responsable que ahuyente los miedos de quienes todavía hoy siguen sin tener claro si son galgos o podencos.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 3/9/12