Santiago González- El Mundo
El referéndum catalán ha tenido un primer choque con la realidad. El Banco Sabadell decidió ayer el cambio de su sede social a Alicante. Este es un banco al que un servidor le ha tenido ley desde que lo anunciaba Julia Otero por la tele. Ella es una mujer poco sospechosa de connivencia con el capital financiero; pocas semanas antes había jaleado en su columna a Ada Colau por haber llamado «cínico» y «criminal» en el Congreso al representante de la Asociación Española de la Banca. Caixabank está en la misma actitud, pero sus estatutos no permiten cambiar la sede sin la aprobación de la Junta General de Accionistas, lo que sería un festejo para las hordas de la CUP. De ahí que el Gobierno esté preparando un decreto para facilitar la salida rápida de empresas catalanas.
La víspera, la biofarmacéutica Oryzon, con sede en Cornellá, anunció a la CNMV que se trasladaba a Madrid y sus acciones remontaron un 20%. El Sabadell, que había encabezado las pérdidas los días anteriores junto a Caixabank, iba perdiendo ayer 3,3. Bastó el anuncio del traslado y acabó la sesión con una ganancia de 6,1 puntos. La broma Puigdemont costó a los dos bancos citados 3.000 millones desde el butifarrendum (©Dolça Catalunya).
Pero ¿qué es el dinero para un nacionalista? Arzalluz se lo explicó a Hans Magnus Enzensberger en Las máscaras de la razón: «Hay cosas más importantes que la economía, al fin y al cabo no somos marxistas. Tenga en cuenta que el aumento del nivel de vida no ha tenido por consecuencia una reducción de la militancia, sino que la ha hecho aumentar. A nosotros no se nos puede corromper tan fácilmente como al Gobierno de Madrid. Estamos dispuestos a pagar cualquier precio para desarraigar de una vez la ocupación española. Incluso nos avendríamos a un descenso del nivel de vida».
En ello están. La expresión «a nosotros no se nos puede corromper tan fácilmente como al Gobierno de Madrid», no hay que tomarla en sentido literal en este caso. Ellos venían corrompidos ya de casa: los Pujol, Artur Mas y el alcalde Puigdemont, toda la purria del 3%. Así son las cosas. Ayer, Oriol Junqueras le dijo a Ferreras: «No digamos mentiras» y ninguno de los dos pestañeó.
Han empezado los bancos y las aseguradoras, Catalana-Occidente, qué gran nombre para el momento que vivimos. Luego vendrá el turismo de Congresos, 80 de aquí a fin de año, pero seguirá la economía productiva: Nissan y Volkswagen, vale decir la Seat de Martorell y por ahí todo seguido, en una demostración de la veracidad de la advertencia de Keynes sobre la legendaria timidez del millón de dólares.
Las empresas han explicado su posición de fuga si se dan dos condiciones: que se produzca la Declaración Unilateral de Independencia y si se cambia el marco legal. Los empresarios son gente poco dada a veleidades y aspiran a hacer negocios en un paisaje de certidumbre jurídica. Cataluña marcha hacia el desastre detrás de un tipo, un líder diríamos según la terminología al uso, con la capacidad intelectual de Evo Morales y el código moral de Nicolás Maduro. O sea, diría el maestro Umbral.