CON SER mucho lo que había expuesto el ministro Rafael Catalá al invocar la intervención disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial contra el voto particular de uno de los miembros del tribunal que juzgó el caso de ‘La Manada’, tuvo que ser entrevistado por Carlos Herrera para dar la medida de lo suyo en el campo de la maledicencia. Él no sabía el qué, pero «tiene un problema» y «todos lo saben».
Uno de los especímenes que frecuentan ‘La Sexta Noche’ es Loreto Ochando, que funge (gracias por el verbo, Juan Luis) de tertuliana en su especialidad ‘huelebraguetas’. El sábado pasado explicó que el juez González «el único sexo que ha practicado y que ha visto es con su propia mano y viendo vídeos en internet».
Javier Pérez Royo realizó un ejercicio quizá exagerado de empatía, también en La Sexta, al decir que para la víctima del caso «tiene que haber sido mucho más dolorosa la conducta de los jueces que la de los que la agredieron».
Los jueces, hablaba de los tres, aunque añadió un toque de indecencia para referirse al autor del voto particular –más empatía–: «Este señor se podía haber unido a ‘La Manada’ y haber participado en la penetración». Y este tío es catedrático de Derecho Constitucional, hay que joderse.
Con estos precedentes, no cabe extrañarse de la metedura de pata del ministro de Justicia. Con los mismos mimbres se hacen todos los cestos y aunque la ‘burricie’ ministerial es algo menos zafia, formalmente hablando, lo suyo tiene más repercusión porque es ministro y uno no acaba de hacerse a la idea de que el Gobierno de España, a través de uno de sus ministros, se ponga en cabeza de otra manada, la populista, con su tea ardiendo y con su soga: si no les puedes vencer, únete a ellos.
Benjamingrullo afinó su trino gracias a ‘La vida de Brian’: «En el Gobierno de Mariano Rajoy lo tienen bien claro: la mejor forma de desactivar un linchamiento es sumarte a él. Un juez dice ‘presunción de inocencia’ y el ministro de Justicia se pone la barba postiza y se une al rebaño de hembras. ¡Ha dicho Jehová!».