EL MUNDO 17/05/13
Lasarte disfruta el primer día de permiso sin salir de casa ni asomarse a la ventana
Hablar de Lodosa es hablar de pimientos del piquillo. Valentín Lasarte, el etarra arrepentido del comando Donosti, condenado a más de 370 años de cárcel por su participación en siete asesinatos, respiró ayer aire libre en este municipio navarro en el primero de los tres días de permiso que le ha concedido la Audiencia Nacional en reconocimiento a su «evolución en clave de humanidad», en contra del criterio de la prisión alavesa de Zaballa en la que se encuentra recluido, del fiscal y del juez.
Su presencia pasó del todo desapercibida en Lodosa. Todo transcurrió como un jueves laborable normal. Los niños fueron al colegio, los jubilados jugaron en el bar a las cartas, los jóvenes quedaron para tomar una cerveza al salir del trabajo… Nadie reparó en su presencia porque quien participó en los asesinatos de Gregorio Ordoñez o Enrique Múgica, entre otros, no se dejó ver.
A su llegada, y tras firmar en el cuartel de la Guardia Civil, se recluyó en la vivienda de un familiar, al parecer una tía de San Sebastián que tiene la casa como segunda residencia, y no dio más señales de vida.
Lasarte, que si bien sostiene haberse arrepentido de sus actos se niega a colaborar con la Justicia para el esclarecimiento de algunos asesinatos, fue recogido por un familiar en la prisión alavesa, tal y como establecen las estrictas condiciones fijadas por la Dirección General de Instituciones Penitenciaras.
Para gozar de su primer día en libertad en 17 años, Lasarte debía escoger un municipio fuera del País Vasco en consideración con las víctimas de los atentados en los que intervino. Lodosa no pertenece al País Vasco pero, paradójicamente, sí forma parte de esa EuskalHerria que dibuja ETA.
En su primer día sin los barrotes de la cárcel se ausentó del exterior. Ni se asomó a las ventanas en las que se esconde de la realidad, sabedor de que en la calle iba a ser presa de los medios. La mayoría de las ventanas permanece tapada con cortinas que impiden ver su rostro. De elegir objetivos para su pistola, ha pasado a ser objetivo de las cámaras. Quienes habitan en la casa donde ahora se refugia le alertaron de esta incómoda presencia que trata de evitar a toda cosa. Durante el día, apenas se vio entrar en el edificio a un familiar portando bolsas con comida.
Lasarte tendrá mañana sábado, a escasos metros de la vivienda, una concentración convocada por la plataforma de apoyo a los presos de ETA Herrira. Aunque su figura es repudiada por el entorno radical tras renegar del pasado, no deja de ser una paradoja que sus primeros días de libertad coincidan con un acto en su apoyo de forma implícita como etarra encarcelado.