ABC 25/02/16
EDITORIAL
LAS cifras ofrecen poco lugar a la duda. Hasta 44 cargos del Ayuntamiento de Madrid han sido colocados arbitrariamente por Podemos en puestos de responsabilidad en apenas nueve meses de gobierno municipal. Nepotismo, amiguismo, componendas a dedo para cargos creados adhoc, familiares y parientes aupados aun sin estar cualificados… Esa es la realidad del consistorio que dirige Carmena, convertida por la fuerza de los hechos y por el cinismo político en un icono del «enchufismo». Las alcaldías de Madrid, Barcelona, Cádiz, La Coruña o Zaragoza son casos demostrativos de la utilización espuria que hacen Podemos y sus marcas blancas de las instituciones, con el objetivo de beneficiar a simpatizantes cuya única trayectoria profesional, en muchos casos, es haber pertenecido a colectivos okupas, o simplemente haber participado en las protestas del 15-M. Poco han tardado en quitarse la careta.
Antes protagonizaban los escraches como «ejercicios de libertad». Hoy, cuando los sufren, son actos de vandalismo fascista. Antes alentaban huelgas salvajes contra los abusos de la derecha. Hoy critican a los huelguistas porque protestan contra su ineficacia y su incompetencia. Antes había que eliminar a la «casta», y hoy se entregan a la endogamia y a la externalización de servicios municipales, o se aferran al cargo público incluso imputados. La historia demuestra que los populismos confluyen en acaparar el poder hasta convertirlo en un cortijo de favores y amistades inflando la nómina de asesores a capricho, o vulnerando los más elementales concursos de cualificación de personal. Bien haría Carmena en no regalar ceniceros a baloncestistas que no fuman, y fichar a colaboradores eficaces en lugar de a padres, cuñados o suegros sin más mérito que la estricta parentela, con la inestimable anuencia del PSOE.