ABC 01/05/17
EDITORIAL
EL Primero de Mayo de este año coincide con el cuarenta aniversario de la legalización de los sindicatos en España, uno de los grandes avances de la Transición. Su situación ha cambiado mucho en los últimos años, en la misma medida en que han mutado los ejes de la negociación colectiva y de la representatividad de los trabajadores. El sindicalismo español ha estado anclado a una visión de sí mismo como actor de la lucha de clases, mientras la sociedad progresaba hacia otras formas de entender sus relaciones internas, más flexibles al acuerdo. La baja afiliación es sintomática de la poca confianza de los trabajadores en la representación sindical. El exceso de liberados sindicales y la dependencia de las subvenciones han distorsionado la verdadera dimensión de las organizaciones obreras. El sindicalismo debe abordar una revisión de su papel en la agenda social y asumir las responsabilidades que le corresponden. Aun estando pendiente la necesaria reforma de sus objetivos, los sindicatos deben ser protagonistas de la negociación colectiva con el empresariado y de la prestación de servicios a los trabajadores, evitando ser percibidos como prolongaciones de las formaciones de izquierda y peones de las estrategias políticas contra los gobiernos del PP.
El nuevo secretario general de UGT, José María Álvarez, marca en la entrevista que hoy publica ABC un camino sensato para la colaboración con la CEOE en materia de salarios. Con pragmatismo, reconoce que ese acuerdo «daría estabilidad al país». También se lo daría un sindicalismo responsable, consciente de las limitaciones de una España que necesita más sacrificios para salir de la crisis. Los sindicatos pueden ser un motor de recuperación o un lastre. Depende de su capacidad para renovarse.