Del Blog de Santiago González
Aun siendo un pueblo de natural sufrido, no estábamos preparados para todo. Pongamos que hablo del Gobierno. La tropa cómplice de Sánchez ha convertido la larga cadena de engaños a que ha sido sometida por los proveedores chinos y algunos intermediarios más cercanos en fraudes que endosa terceros con un admirable empleo de la propiedad transitiva, en una especie de ‘tú la llevas’ que se acaba rápido: nosotros no tenemos a quien pasársela.
Las compras de test rozaron lo grotesco, con el Gobierno repitiendo en el engaño con admirable nobleza. Y no digamos con las mascarillas. El Gobierno recibió la oferta de Pablo León, un proveedor establecido en China: 50 millones de unidades, pero el Gobierno español dio la callada por respuesta, lo que llevó al oferente a dirigir sus esfuerzos comerciales a otros pagos. Mientras, Moncloa perfeccionaba la compra con una empresa sin empleados, administrada por una individua condenada por estafa en 2015. Hay una defensa para Sánchez, que es el socorrido consuelo de la generalización del mal: a la Generalitat también le pasa. Y efectivamente, le pasa; hace un mes denunció ante los Mossos una estafa de la empresa Basic Devices en la venta de mascarillas y batas por valor de 35 millones de euros. El pago quedó congelado por las entidades financieras al comprobar que la citada empresa nunca había realizado operaciones de tal cuantía y que carecía de historial en transacciones como la descrita.
Mal que mal, las mascarillas van llegando porque las Comunidades Autónomas han mostrado más habilidad comercial que el Gobierno Central, pero aquí es donde el sanchismo le ha aplicado el ‘tú la llevas’ a las farmacias, fijando un p.v.p. máximo de 96 céntimos la unidad, cantidad que está por debajo del precio de coste. El ministro Illa, que se ha erigido en el virtuoso de la mascarilla, negó que se fuera a compensar a las farmacias, que deberían vender “a pérdidas”. Ya sabíamos que lo suyo no era la sanidad. Ahora nos ha revelado que tampoco el sentido común, campante en el titular con que abría su portada ayer El Mundo: “La intervención del precio de las mascarillas colapsa el mercado”.
llla no es podemita, pero lo parece. Uno miraba cada mañana con aprensión el número muertos por covid19. La semana pasada manteníamos el dudoso honor de encabezar el ranking mundial de número de fallecidos por millón de habitantes. Esta semana hemos sido superados por Bélgica, que tiene su marca en 560 muertos por millón, mientras España se quedaba en 460. Teníamos nuestras esperanzas en el número de recuperados, que según Illa y el pobre Simón, han superado al número de positivos. Y resulta que era mentira, otro homenaje a Sánchez, hay que joderse.
El populismo que sostiene al doctor Plagios tiene la creencia de que fijar un precio máximo es mano de santo para abaratar productos y servicios y no una garantía de desabastecimiento. Con la misma receta quieren tratar los alquileres para cumplir la lectura que las ministras de Trabajo e Igualdad hacen del artículo 47 de la Constitución sobre el derecho a la vivienda, sin reparar en detalles como el precio. Pero ya dice la nini de Galapagar que “la economía no es cosa de expertos”. No sé si me explico, Marlaska.