EL CORREO 11/07/14
XABIER GURRUTXAGA
· La mera continuidad de ETA es un factor que actúa en contra de los reclusos
Resulta sorprendente el enfrentamiento que se ha dado esta semana entre el Gobierno vasco y la izquierda abertzale con motivo de los presos. Una confrontación dura, que llama mucho la atención y que responderá seguramente a claves que los ciudadanos desconocemos. Probablemente, a quienes más ha sorprendido este súbito enfrentamiento hayan sido a sus respectivas bases de afiliados y simpatizantes, que, aun siendo conscientes de las diferencias entre ambas formaciones respecto a la política penitenciaria y a lo que deben hacer o dejar de hacer los presos, mantienen, sin embargo, la esperanza de que, desaparecida la actividad terrorista de ETA, el tema de los presos no se convierta en uno de los ejes fundamentales de la confrontación entre ellos.
Tampoco los socialistas y populares se esperaban nada de lo que han visto y oído esta semana, especialmente los del PP, pues se habían prodigado en sus críticas al lehendakari y al PNV por hacer seguidismo de la izquierda abertzale en todo lo referente a los presos. El portavoz del Gobierno, Josu Erkoreka, ha puesto el dedo en la llaga al afirmar que los presos sufren una «doble condena, la de los jueces y la de la propia ETA, que les impide acceder a los beneficios penitenciarios» y reprocha al colectivo de los presos que manifestó su acatamiento a la legislación penitenciaria, el incumplimiento de aquel compromiso al situar los presos sus solicitudes y pretensiones al margen de las posibilidades que ofrece la vigente legislación para poder acogerse a los beneficios penitenciarios.
A esta crítica de calado se le ha añadido la formulada por el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, donde reprochaba a la izquierda abertzale haber utilizado el tema de los presos para conseguir votos. Estas manifestaciones han hecho daño en la izquierda abertzale, lo que les ha obligado a responder con inmediatez, denunciando la involución del PNV en su postura sobre los presos y ponerse al servicio del PP y de la «legislación de guerra que solo se aplica al colectivo de presos políticos vascos», según afirmaba el presidente de Sortu. Sean las que fueren las razones por las que ha saltado el enfrentamiento, lo que es incontestable es que en materia de presos y política penitenciaria el inmovilismo es lo que reina. No me refiero solo al inmovilismo del Gobierno Rajoy, sino que también al del mundo de los propios presos, que se ven inmovilizados, limitados y obstaculizados por la continuidad de ETA y por las inercias autoritarias que se derivan del mantenimiento de aquella organización.
Es ahí donde se intuye que se han incrementado las dificultades que están provocando una marcha atrás en las posiciones del colectivo de presos. Presiones y coacciones internas que impiden avanzar a los presos en la interiorización de dos cuestiones claves. En primer lugar, la asunción de que tanto los beneficios penitenciarios como la propia excarcelación y libertad condicional se obtendrán, en su caso, en el marco de la legislación penitenciaria, donde no es realista contemplar reformas a medio plazo que afecten a presos condenados por terrorismo. Es decir, que no se va imponer ninguna ‘justicia transicional’ que haga tabla rasa de lo sucedido. En segundo lugar, que el preso que sitúa su objetivo en la excarcelación y la libertad debe plantearse tal objetivo como el resultado final de un proceso individual de reinserción.
Cualquier otra alternativa que se ofrezca a los presos en la práctica significa cumplimiento efectivo de la pena, sin que quepa contemplar atajos en ese camino. La idea del mantenimiento de ETA, como organización en periodo de letargo, solo tiene sentido en esta segunda alternativa, la que piensa ingenuamente en una negociación imposible donde se ofrezca la disolución de ETA a cambio de presos. Este planteamiento solo tendría sentido si se estuviera pensando en volver a la actividad, bien como amenaza bien como realidad, para realzar el valor de la organización en la negociación. Fuera de tal planteamiento, la mera continuidad formal de ETA, es un factor que actúa en contra de los presos.