Editorial-El Correo
El «reinicio» de relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea, sustentado en un acuerdo «histórico» en defensa y pesca, supone una enmienda parcial al Brexit, cuando se acaban de cumplir cinco años de la decisión de Gran Bretaña de romper amarras. El pacto suscrito entre su primer ministro, Keir Starmer, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recompone tratos después de aquel desgarro. No solo en la alimentación, la movilidad de trabajadores jóvenes y la eliminación de aranceles sobre el acero en pleno órdago de Trump. La alianza abre la puerta a la integración británica en un gran proyecto comunitario de defensa, dotado con 150.000 millones en inversiones militares. Aunque «es mejor trabajar como aliados y amigos», el líder laborista evitó convertir el acercamiento a la UE en un abrazo al asegurar que la entente no representa «un mercado común ni una unión aduanera». Un pragmatismo que en cualquier caso no va a convencer a los nostálgicos del Brexit. El populista Nigel Farage habló de «traición» en el convenio pesquero, mientras que los conservadores ven con «preocupación una nación de nuevo obediente a las reglas» de la Unión.