A la hora de convalidar el decreto ley de ahorro energético de Pedro Sánchez no se va a producir un giro copernicano en la oposición. Así es que el Gobierno tendrá que contar con sus socios habituales, críticos pero, al fin y al cabo, amarrados a sus necesidades. Con la confirmación del voto favorable del PNV, se le allana el camino al Gobierno, pero la votación en el Congreso ‘in extremis’ será otra de las habituales en la segunda mitad de la legislatura de Pedro Sánchez. El Parlamento sigue inmerso en esa espiral infernal de sacar adelante los planes de un Ejecutivo que no negocia ni con sus socios hasta que llega el tiempo de descuento y que, de la oposición, no busca diálogo sino sometimiento.
Nadie está satisfecho, en realidad, con este real decreto. Tampoco los socios de investidura que, a base de exteriorizar su descontento, esperan obtener de Pedro Sánchez alguna contrapartida adicional. Las críticas han sido tan generalizadas que al tiempo que socios como el PNV reconocían que no se había producido respuesta alguna del Gobierno a su borrador, 24 horas antes de que se celebre el pleno en el Congreso, algunos ministros abrían una puerta a pactar cambios para que el decreto pueda tramitarse como proyecto ley. Veremos en qué queda.
El ‘no es no’ del PP le sonará familiar a Pedro Sánchez. Una fórmula de la que tanto abusó él cuando estaba en la oposición. Huelga preguntar al partido de Feijóo, como él hacía cuando emplazaba a Rajoy, qué parte del ‘no’ es la que no entiende. Porque los motivos de su negativa son conocidos. Críticas que, en parte, coinciden con las formuladas por algunos socios del Gobierno. Pero el PNV y ERC juegan en otra liga. La improvisación, falta de transparencia y la incapacidad negociadora son las pegas expuestas por el PNV y ERC que, en realidad, juegan a otra cosa. Como Bildu.
La campaña de La Moncloa contra Feijóo, que sigue en el ‘top’ de los sondeos de opinión en intención de voto, está adquiriendo una intensidad inusitada. Quienes contabilizan esta escalada verbal han registrado ya un total de 11 ministros socialistas entregados a la causa de desinflar el ‘efecto Feijóo’ a base de insultos. Tampoco habría cambiado sustancialmente la actitud del PSOE si el PP hubiera favorecido la convalidación del decreto. El PP votó favorablemente las tres primeras prórrogas del Estado de alarma y el PSOE ha seguido con el mantra de que se opusieron desde un principio. La propaganda no les está dando los frutos deseados pero, desde luego, es persistente.
La convalidación del decreto de la discordia tendría que haber iniciado un recorrido distinto al ‘ordeno y mando’. No se consultó a nadie. Ni afines ni adversarios. Ahora van a toda prisa. El Congreso, sometido a los mandatos del Gobierno, está sufriendo una notoria devaluación de sus funciones. Además de ejercer la potestad legislativa debería controlar la acción del Ejecutivo. Y no al revés, como está ocurriendo.
Hoy pasará el examen parlamentario el decreto ley número 126. Y los que vendrán.