Santiago González, EL MUNDO, 6/10/12
Los vascos encaran dentro de quince días las segundas elecciones autonómicas de su historia en las que ETA no dejará sumarca de sangre en la campaña. Las primeras fueron las del 25 de octubre de 1998, después de la tregua de Lizarra. Su brazo político, Euskal Herritarrok, duplicó su número de escaños (de 7 a 14). La encuesta del CIS auguraba ayerque EHBildu seconvertirá en la segunda fuerza política de Euskadi, con 21-22 escaños, y la primera en Gipuzkoa, ya banco de pruebas de la coalición abertzale. Desde que ésta se hizo con el poder en la Diputación foral y en el Ayuntamiento donostiarra, estaba claro que iba a hacer de las basuras la marca de su gestión. Ellos ya habían declarado su lucha contra la incineradora. Este negocio requería un tratamiento manual. Los amantes de El Padrino fuimos conscientesde la degradación del negocio desde los buenos viejos tiempos en que Don Vito rechazaba cortésmente la propuesta de Sollozzo para que se implicara en el negocio de las drogas. No le parecía decente. Los sindicatos, las chicas, el juego, eso no le hacía daño a nadie. Pero las drogas eran otro cantar, un negocio sucio. Luego vinieron Los Soprano, la versión poligonera de los Corleone. Frente a la elegancia de Brando con su esmoquin y sus inversiones en Las Vegas, Gandolfini, con su chándal, zapatillas y albornoz, gestionaba las basuras. La basura es una opción moral. Los de Bildu rechazarían airados la posibilidad de que el proyecto de Eurovegas fuera a instalarse en el Goiherri. En los municipios que controlan han instalado el sistema de recogida puerta a puerta, con un poste en el que se colgarán, convenientemente identificados sus propietarios, las bolsas de basura. Para que puedan ser examinadas por los inspectores que el Consistorio nombrará al efecto. Yo, inspector de alcantarillas llevaba por título un más que aceptable poemario surrealista de Ernesto Giménez Caballero, que era fascista. A lo que se ve, los extremeños se tocan. Es ésta una peña refractaria al progreso. Asombró en su día la promesa del alcalde bildutarra de San Sebastián, de negar la autorización para que el AVE pare en su ciudad, una versión ferroviaria de la secuencia final de Bienvenido, Mr. Marshall. No tiene competencias, pero no importa. Su fuerte no son lasconvicciones democráticas y acostumbran aignorar las peticiones de la oposición cuandosuma sus votos para atajar alguno de sus disparates:con las basuras, negándose a admitiren pleno la petición de una consulta, conla prohibición de los toros en San Sebastián,la paralización de los proyectos forales quedejó en marcha el PNV, y su rechazo a las carreteraso al tren de alta velocidad.Y esa fobia al progreso que expresabaArnaldo Otegi en La pelota vasca: «El díaque en Lekeitio o en Zubieta se coma enhamburgueserías, y se oiga música rockamericana, y todo el mundo vista ropaamericana, y deje de hablar su lengua parahablar inglés, y (…) en vez de estar contemplandolos montes, esté funcionandocon Internet, pues para nosotros ése seráun mundo tan aburrido, tan aburrido, queno merecerá la pena vivir».Todo ello sería anecdótico comparado conla actitud que mejor simboliza su querenciapor las basuras: la negativa a condenar unosolo de los 858 asesinatos de ETA. «Tiradlo ala basura» era la orden clave de la jefaturapara el asesinato de sus secuestrados. 21-22escaños, hay que joderse.
Santiago González, EL MUNDO, 6/10/12