Rosa Belmonte-El Correo

  •  La sensación de incredulidad seguía ahí

Decía Giovanni Sartori en una entrevista que si fuera terrorista envenenaría los pantanos. Dando ideas. Este lunes, cuando ni había había suministro eléctrico ni noticia de que fuera a volver, abría los grifos, salía el agua de manera normal y pensaba que todo podía ser peor. Pero la sensación de incredulidad seguía ahí. Luego escuché en la radio que quizá fallaran las bombas y el agua empezara a no llegar a los pisos más altos. A llenar cubos. Horas y horas sin explicación alguna.

La única esperanza venía de todos esos sitios que iban recuperando la luz. Y lo conocíamos gracias a la radio de toda la vida. Una con pilas. Aunque tuve que buscarla durante un buen rato. Y comprar comida con dinero en efectivo, que también tenía. Poner pilas a la linterna, buscar velas, encontrar una batería cargada… Y dar energía al móvil. Aunque sin cobertura, ¿para qué quería el móvil? Para escribir esta columna sobre el ensayo del apocalipsis. Y esperar.