EL MUNDO – 03/03/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ
· Una leyenda urbana que se oye por la carretera de La Coruña es que hay un español que fue a visitar al presidente del Gobierno y salió del Palacio de La Moncloa sin que Mariano Rajoy le hablara de las buenas expectativas de la economía española. Pero la casi totalidad de cuantos han tratado al inquilino durante estos tres años largos consideran que tal posibilidad es un imposible lógico, que si uno va a ver al presidente para hablar del desafío catalán, pongamos por caso, o de la corrupción o de la política penitenciaria, que es asunto que vuelve loco al lehendakari, irá y expondrá su punto de vista y el presidente lo escuchará con atención y cortesía, como suele, pero antes de eso nadie lo librará de tres cuartos de hora de bolongo, al igual que en el chiste de la tribu caníbal.
Habíamos comentado aquí que los barones del PP estaban tratando de reclamar un cierto grado de autonomía para sus campañas electorales, en la creencia, según sostienen ellos y sus adversarios, de que Rajoy resta más que suma. No sé si yo estaba bien informado o alguien había convencido a los citados de que su partido estaba estructurado sobre una cierta acracia asamblearia, entelequia política que no llegó a conocerse en España ni en los tiempos de UCD. Eso, por no hablar de los círculos de Podemos, puesta al día de la vieja consigna «Todo el poder para los soviets», que es el nombre en clave del secretario general.
El caso es que Rajoy va a hacer campaña autonómica, los barones tragarán, a ver qué remedio, y las elecciones de mayo van a ser un ensayo general con todo para las generales. No hay otro mensaje, no va a haber otro tema de campaña que la recuperación económica. El argumento contra el adversario principal, el PSOE, es su querencia por volver a las políticas de gasto público que nos llevaron al límite de la quiebra. Para los adversarios que marcan postura en las encuestas muestran un suave desdén porque no han demostrado su capacidad de gestión o tienen programas difusos. No sé si con esto último se refieren a programas que no van a cumplir y si cree el PP que eso tiene precedentes, pero la equiparación parece inadecuada por dos razones.
La primera es la injusticia de la equiparación en términos políticos, al aplicar el mismo desdén a un partido que trata de derogar la Constitución de 1978 que a la fuerza que más y mejor defiende al sistema constitucional en el lugar en el que está siendo puesto en cuestión, en Cataluña. Hay quien cree que es más eficaz Alicia, para gustos están los colores. La segunda es económica. Podemos se inspira en dos modelos que han proporcionado a sus países resultados admirables y a sus respectivos ciudadanos cotas de bienestar envidiables: la Venezuela de Maduro y la Grecia de Syriza.