Mikel Buesa-La Razón
- Sánchez se está gastando muchos cuartos europeos en repartos personales y bienes de consumo, tal como muestran los carteles y cuñas
En esta kermés de vanidades narcisistas en la que el sanchismo ha convertido la política todo es publicidad. Más ahora que hemos entrado de lleno en una campaña electoral inagotable que diluye la verdad en un hervor de reclamos biensonantes, pero vacíos de contenido instrumental y, peor aún, de racionalidad. Sintoniza uno la radio por las mañanas y le meten de clavo unas cuantas cuñas del gobierno de España. Se baja al metro para ir al trabajo y contempla en sus paredes la cartelería de lo mismo. En la parada del autobús, igual; y cuando abres el periódico te asaltan páginas completas con mensajes incomprensibles que apelan al sexo y al desvelo de nuestros gobernantes ante los problemas.
El caso del plan de recuperación ese que, al parecer, financia la Unión Europea con sus fondos «Next Generation», llenos de dineros, es paradigmático. Entre carteles y cuñas se desenvuelve toda una panoplia de actuaciones con las que se pretende cambiar la faz de España, haciendo de ella un país moderno, digital, ecológico y feminista por medio de unas fantásticas inversiones que, por cierto, casi nadie ha visto y que casi no aparecen reflejadas en las cuentas públicas porque, sencillamente, no se han hecho. A los economistas no nos sorprende, por ello, que el año pasado se cerrara con un nivel real de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) que estaba un cuatro por ciento por debajo del de 2019 –que, aunque no lo crean, fue un año mediocre para el crecimiento–. Por cierto, eso de la FBCF es como llamamos en nuestra jerga a la inversión, palabra esta que reservamos para los activos materiales o inmateriales que soportan los servicios de capital futuros. Ya sé que gobernantes y periodistas llaman inversión a cualquier gasto, aunque no se plasme en un activo. Y así parece lo mismo subirles el sueldo a los peones camineros que construir una autopista. Claro que lo primero pudiera estar justificado según las circunstancias, pero lo segundo es imprescindible para asegurar el transporte futuro. Sánchez se está gastando muchos cuartos europeos en repartos personales y bienes de consumo, tal como muestran los carteles y cuñas. Pan –y poco– para hoy y hambre para mañana.