Entre la realidad y el espejismo

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 25/01/13

· Cataluña ha cruzado su Rubicón. Pero lo que puede encontrarse en la otra orilla no es la separación de España, sino su división interna.

No sé, ni nadie sabe, en qué acabará la aventura soberanista que ha emprendido Cataluña. Lo que sí sé es que va a dividirla, mejor dicho, que ya la ha dividido. A un lado, los catalanes que quieren separarse de España. Al otro, los que quieren seguir unidos a ella. Los primeros parecen hoy más, muchos más, cuando hace pocos años eran muchos menos. Es el resultado de haber dejado la enseñanza y el gobierno del Principado en manos de los separatistas. La consecuencia del «España nos roba», «España nos oprime», «España nos insulta», que machacona, reiterada y mentirosamente se propaga en aquellas escuelas, foros y medios de comunicación. Con la connivencia de los políticos españoles de todos los colores que, necesitados del voto catalán para gobernar, se lo permitieron. O sea, que hay culpas para todos.

Pero de nada vale llorar sobre la leche derramada. Lo que tenemos que afrontar en el momento presente es un Parlamento catalán que aprueba una declaración independentista, un gobierno catalán dispuesto a llevarla a cabo sea o no legal, un Gobierno español atrincherado en el legalismo y una Cataluña partida, que puede ser lo único que cuenta, pues la historia nos enseña que los legalismos son legales hasta que dejan de serlo. La realidad es lo que termina por imponerse.

Que Cataluña está dividida lo refleja el voto en el Parlament, mucho más equilibrado de lo que arrojan los números, pues sólo la cobardía de Unión impidió que sus 13 diputados dejaran de apoyar una resolución que en su fuero interno rechazan. También los socialistas catalanes están divididos, como arrojan sus cinco diputados que se abstuvieron, desobedeciendo la línea del partido, y tengo la impresión de que algunos de Convergencia también lo hubieran hecho al reflejar las dudas de parte de sus votantes.

Y uno se pregunta: ¿cómo quieren Mas y Junqueras levantar un Estado-Nación con una sociedad dividida? Porque el Estado-Nación es precisamente el cúmulo de voluntades ciudadanas para alcanzar objetivos comunes. Les han encandilado con lo de «Cataluña, nuevo Estado europeo negociado con el Gobierno español». El Gobierno español ni siquiera tiene poderes para ello. Europa ya ha dicho que, de entrada, Cataluña se queda fuera. O sea, que la aventura soberanista catalana comienza con un espejismo, bajo el que hay solo desierto. Mejor dicho, hay la división de los catalanes y toda una serie de mentiras históricas, económicas y sociales. Algo que no augura un final feliz.

Pero en lo malo siempre hay algo bueno: Cataluña va a enfrentarse, después de un siglo largo de fantasías, con su escueta, desnuda realidad. Al resto de los españoles sólo nos queda la esperanza de que ésta les convenza, ya que no hemos sido capaces de convencerles nosotros.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 25/01/13