JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 23/10/16
· Solo les interesa el poder, un poder omnímodo, incuestionado, con una falta de principios absoluta.
Empiezo a encontrar una extraña similitud entre las políticas norteamericana y española, algo que nunca hubiera imaginado, al partir y moverse ambas por caminos muy distintos. Pero Trump e Iglesias se han emparejado desde la derecha y la izquierda radical que representan. Los extremos se tocan. O tal vez sea un efecto de la globalización, que está igualando el mundo para lo bueno y para lo malo. Pues que la similitud existe se ve ya a primera vista.
Ambos son producto de la gran crisis de 2008, que arruinó a millones de personas, devaluó países y descubrió la incapacidad y corrupción de una clase dirigente más preocupada de su propio interés que del general. La indignación que ello produjo en una clase media que se veía de golpe convertida en baja y entre unos jóvenes cuyas expectativas de futuro eran inferiores a las de sus padres, contra lo que venía ocurriendo, ofrecía una hermosa presa a los demagogos de todos los pelajes. Bastaba con apelar al resentimiento, a la cólera, al odio, a los afanes de venganza de esos colectivos para atraerlos.
Que es lo que hicieron Trump e Iglesias, cada uno desde su banda, aunque con el mismo mensaje de fondo: ellos eran los defensores de los pobres, de los débiles, de los engañados, frente a los fuertes, los poderosos, los estafadores. Una especie de paladines de la verdad, de la justicia, de la moral. Dicho, además, con una contundencia que arrebataba. ¿Quién que hubiera perdido el empleo, la casa o la beca no se habría sentido atraído por ellos, sin entrar en consideraciones? Fue como la popularidad del magnate neoyorquino y la del profesor madrileño subieron como la espuma, y si el primero se deshizo a guantazos dialécticos de sus rivales por la candidatura presidencial republicana, el segundo se plantó de golpe y porrazo a escasa distancia del PSOE.
Pero ahí empezaron sus errores. Creyendo tocar el «cielo» con los dedos, Iglesias se autodenominó presidente de un gobierno a su medida y Trump arremetió contra todo el que no le gustaba, desde los hispanos a los que en su partido no le seguían. Mostrando ambos que es el poder lo único que les interesa. Un poder omnímodo, incuestionado, con una falta de principios absoluta. Hoy, tras haber puesto en duda incluso la honestidad del sistema electoral norteamericano, las únicas perspectivas de Trump se centran en la magnitud de su derrota. Mientras, Iglesias tiene que vérselas no con sus enemigos naturales, sino con la rebelión interna de su coalición que se resquebraja, al ofrecer, no soluciones, sino sólo rencor y revancha.
Los daños colaterales de esta ascensión vertiginosa y caída en picado los sufren el partido Republicano y el PSOE, que se dejaron seducir por estos vendedores de crecepelos. Al primero sólo le queda el sector más bajo y menos ilustrado de su partido. Al segundo, los que compraron la mercancía averiada de Iglesias. Hoy deben empezar su vía crucis. Suerte.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 23/10/16