Sánchez llegó ayer a mediodía a Badajoz: lo hizo junto a Pilar Alegría y tuvo como primer acto en la ciudad una visita al instituto Lope de Vega. Pudo aprovechar el viaje para someter a inmersión educativa a la ministra, pero ese aspecto del viaje era un mero pretexto: se trataba de justificar el uso del Falcon. El mitin va a ser amenizado con la murga Los Chungos, un caso de venturosa coincidencia polisémica: la murga, además de sinónimo de comparsa es, en para el DRAE “compañía de músicos malos que en las Pascuas, cumpleaños, etc., toca a las puertas de las casas acomodadas con la esperanza de recibir algún obsequio”. Chungo mantiene, ya digo, una gran afinidad: “de mal aspecto, en mal estado, de mala calidad”. Total, que la murga de los Chungos actuó ayer ante Pedro Sánchez. A tal señor, tal espectáculo.
Lo único que casi me parece bien es el viaje en Falcon. Mucho peor habría sido una solución ferroviaria si hacemos un repaso de los trenes que no caben en los túneles, de los que tienen un peso superior a la capacidad de aguante de los puentes por los que pasan y los propios trenes extremeños. Sánchez se había comprometido a poner en marcha en el verano de 2022 lo que Fomento llamó pomposamente “el AVE en Extremadura”. Sánchez arrastró al Rey a una inauguración que fue un pasmo para propios y extraños. No se conocía el caso de un tren AVE con una velocidad máxima de 89 kilómetros por hora. La inauguración tuvo lugar el 18 de julio, lo que explica muy elocuentemente los recelos que el franquismo despierta entre nuestra guapa gente de izquierdas. Extremadura sufría incendios por doquier, (parque nacional de Monfragüe, Valle del Jerte, Las Hurdes) que habían convertido a la Comunidad Autónoma en el mapa de Bonanza.
Aquello no era, evidentemente, un AVE, no podía serlo ya que la línea estaba sin electrificar y sin terminar por completo. Aquellos trenes no tenían que atravesar túneles estrechos y parece que los puentes extremeños tienen un basamento que soporta el peso de la locomotora y los vagones aunque estos vayan cargados de gente gorda. De lo que no se libraron fue de sufrir incidentes, como incendios que obligaba a apagar a los propios viajeros, amotinamientos por la falta de aire acondicionado y retrasos, que se disimulaban mediante una añagaza de RENFE: alargar los tiempos de viaje hasta enjuagar los retrasos que se producían.
Sánchez venía de Ucrania, donde hizo un discurso sorprendente, en el que consideró la guerra de Putin una guerra civil como la nuestra, y prometió enviar a Kiev cuatro tanques Leopard más de los seis acordados. También se comprometió a estudiar con los aliados la ayuda aérea a Ucrania. La líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha dejado clara su oposición de boquilla al postureo, también de boquilla, de Pedro Sánchez: “Es evidente que la escalada bélica es un error que no ha ayudado en nada a Ucrania… Lo mejor para parar los pies a Putin es abrir una negociación avalada por organismos internacionales”, sin que sepamos qué entiende esta criatura por ‘evidente’, ‘error’, ‘parar los pies’ y ‘Putin’. Es hablar por no callar, no llegará la sangre al río.