Entrevista a Fernando Savater

DEIA, 24/4/12

Fernando Savater dice que todo lo que hace lo hace porque le divierte y lo hace con alegría. En ese todo incluye a la actividad de ETA -que le ha librado de la aburrida vida de un académico-, su asistencia a una manifestación, o su paso por la cárcel de Carabanchel en el franquismo

BILBAO. Acaba de ganar el Premio Primavera de novela con Los invitados de la princesa. Pero con los antecedentes que tiene su discurso público, Fernando Savater se presta a analizar su presencia en el mundo de la política y a dar cuenta de la visión que tiene de Euskadi. No se siente exiliado, pero sí marginado.

¿Qué hace un filósofo como usted en el mundo de los políticos?

Soy un ciudadano y me he metido en política porque he dado clases de Ética y de pensamiento y valores.

Quizá por eso se lo pregunto. Ética y política son términos que no siempre casan bien.

A mis alumnos siempre les he dicho que, en las democracias, políticos somos todos. Los que mandan son nuestros mandados.

No estoy tan segura de ello.

Nosotros les hemos mandado mandar, pero los políticos somos nosotros, y la responsabilidad de la política que se hace la tenemos los ciudadanos.

¿Se necesitan intelectuales en el mundo de la política o ciudadanos que salgan del armario y se metan a políticos?

Cuando yo apoyé a UPyD fue por eso. No estábamos de acuerdo con el gobierno de los socialistas, y no estábamos de acuerdo con la oposición. Así que en vez de pasarnos la vida protestando y regañando, preferimos hacer nosotros algo que se parezca a lo que queremos. Si los ciudadanos creen que los políticos lo hacen mal, se les sustituye por otros.

¿Hasta dónde llegaría su compromiso político? ¿Se vería de presidente?

No. ¡Por Dios! Nunca votaría a un partido que presentara gente como yo en las listas. Mi papel es estimular a la ciudadanía. No tengo capacidad administrativa ninguna.

Usted es más famoso por sus frases que por sus libros.

Es que es más fácil leer una frase que un libro.

Supongo que depende de quién y a quién. ¿Se ha arrepentido de haber dicho que se había divertido con el terrorismo de ETA?

No. Me divierto. Todo lo que hago lo hago con alegría, y lo hago porque me gusta.

Estamos hablando de ETA.

Habrá otras personas que digan que se sacrifican, que querían irse al campo y fueron a la manifestación. Si voy a una manifestación es porque me gusta, me lo paso bien. Estuve en la cárcel con Franco…

¿Me va a decir ahora que le gustaba estar en la cárcel? Un poco fuerte, ¿no le parece?

En aquellos momentos me parecía una aventura extraordinaria…

¿Divertida? Le recuerdo que en aquellos momentos mucha gente lo pasó muy mal en la cárcel.

Divertida. Recuerdo cuando entré en Carabanchel. Se parecía a aquellas cárceles que dibujaba Milanesi. Posiblemente, si me hubieran tenido cuarenta años y luego me hubieran fusilado, supongo que no me hubiera gustado. ¿Te extraña mi planteamiento?

Me resulta curioso.

Lo que quiero decir es que las experiencias las vivo con alegría. Me alegro de haberme enfrentado a ETA, me alegro de haberlo hecho en vez de haberme quedado en un rincón elucubrando un libro o quedando bien con todo el mundo. Me alegro por haber desafiado lo que era el mal. Claro que hay cosas que tienen un componente trágico como son las muertes, etc. Uno puede lamentar las muertes y esas cosas y, por otra parte, decir: me alegro de estar aquí. Es lo que decía yo.

Resumiendo, se lo ha pasado bien.

Sí, me he divertido. En vez de estar hablando de fútbol o mirando el BOE para ver qué sueldo van a tener los profesores -esas son las discusiones habituales que tienen los académicos-, a mí me ha parecido más divertido ver cómo jodíamos a los de ETA.

Volvamos a sus frases. En abril de 2007, hace cinco años, antes de las elecciones municipales, usted se quejó de que PSE y PP no boicotearan esos comicios en Euskadi. ¿No le parece antidemocrático?

Todo lo contrario: eso era una defensa a la democracia.

¿Lo dice en serio? ¿Le parece una medida democrática?

Eso es muy importante recordarlo ahora. Las elecciones que ha habido en España, sobre todo en el País Vasco, bajo la presión de ETA, no son verdaderamente válidas. Por lo tanto, la hegemonía del nacionalismo que ha ido creciendo a lo largo de estos años gracias a la presión de ETA es una hegemonía hinchada y artificial porque se debe al terror.

¿Qué me dice de los resultados de Bildu?

Eso es el premio a una labor de domesticación de la sociedad. El terrorista es un domador y emplea el terror para hacer que la sociedad haga lo que él quiere.

¿Quiere decir que la sociedad vasca está domesticada?

Sí. Ahora hay que recuperarla y quitarle ese adoctrinamiento que ha recibido.

En Donostia, su ciudad de origen, gobierna Bildu.

Para eso he salido a luchar yo. No quería que eso ocurriera.

¿Qué le parece el gobierno del pacto PSE-PP en Gasteiz?

En el año 2001, cuando estábamos en Basta ya, iniciamos la propuesta de que se juntaran PSE y PP para que triunfara una alternativa constitucionalista.

¿Qué le parece el actual Gobierno vasco? ¿Qué opina de Patxi López?

Al principio lo hacía mejor de lo que yo había pensado. Ahora veo que tiene un discurso, a mi juicio, poco claro. Tenía que haber tenido un discurso constitucionalista más explícito.

¿Le parece poco?

Que salga en un mensaje de fin de año hablando del País Vasco o de Europa está muy bien, pero no se habla de España, que es a donde pertenece el País Vasco. No se habla de la Constitución. Que no se hable de esos temas favorece los discursos de ambigüedad de los que luego se aprovechan otros. Hacer esa especie de guiños para decir que tú también eres un poco nacionalista no suele salir bien.

¿Por qué le disgustan tanto los nacionalismos en general, y el nacionalismo vasco en particular?

Julio Caro Baroja me decía: me he pasado cuarenta años siendo un mal español, y ahora soy un mal vasco.

¿Se siente identificado?

Salvando las distancias, a mí me pasa lo mismo. Hemos sido malos españoles los que luchábamos contra el franquismo, y ahora somos malos vascos los que luchamos porque el País Vasco tenga el lugar que le corresponde dentro de una España democrática.

¿Qué lugar le corresponde?

Que no siga las ideas de Sabino Arana y más cosas.

¿Qué me dice del nacionalismo español?

Esa era la primera parte. Me pasé la vida luchando contra el nacionalismo español en la época en la que había un nacionalismo imperialista y antidemocrático, y luego me cayó el otro. Espero que no me caiga ninguno más.

¿Se siente un exiliado de Euskadi?

Exiliado es una palabra fuerte. Pero te voy a decir una cosa: se está celebrando la fiesta de las letras en Bilbao…

Gutun zuria. Se celebra en la Alhóndiga.

No sé cuántas ediciones llevan y jamás me han invitado. Recuerdo que saqué una biografía mía por el 2001; ese año la edición estuvo dedicada a las autobiografías y tampoco me invitaron.

¿Le parece un exilio?

Parece muy fuerte llamarle exilio, pero es cuestión de analizarlo.

¿Marginado?

Por lo menos, una cierta exclusión. Esas cosas casi nunca son inocentes, me refiero a la exclusión.

¿Sería un sueño para usted que Bildu desapareciera del Ayuntamiento de Donostia y la Diputación de Gipuzkoa?

No. Yo solo quiero que desaparezca ETA y que luego cada uno utilice sus ideas. La culpa de que Bildu esté ahí no la tiene Bildu: la tienen los demás partidos.

Le recuerdo que es un resultado que sale de las urnas.

Hay muchos votos que no me gustan. El hecho de que desaparezca el elemento que ha condicionado la política vasca, el terror, es lo que me importa.

Usted quería que la Capital Cultural fuera Cáceres y no Donostia. ¿Tan poco apego tiene a su ciudad?

Cáceres es una zona deprimida, Extremadura nunca ha sido valorada y tiene una tradición cultural muy estimable. Crecí en San Sebastián y el nombre con el que bautizaban los nacionalistas a los que no lo eran era cacereño.

Un motivo curioso para apoyar la candidatura de Cáceres.

Desde entonces tengo una simpatía por los cacereños enorme.

Si no hay adelanto electoral, quedan diez meses para las próximas elecciones autonómicas. Haga política ficción: ¿Cómo ve al próximo Gobierno de Euskadi?

Pasará lo que de alguna manera dejemos que pase. En política no hay nada escrito. En política no hay que preguntarse nunca qué va a pasar: hay que preguntarse qué vamos a hacer.

¿Le parece bien que dos partidos se unan para ir contra quien ha ganado unas elecciones?

Pasa en todas partes. Para eso hay varios partidos. Muchas veces de lo que se trata es de evitar de alguna manera una especie de victoria automática…

Victoria automática elegida en las urnas.

Se trata de decir que usted tiene más votos que yo, pero menos que si me junto con otro; porque representamos a más parte de la sociedad.

Estaba excluida la izquierda aber-tzale y, por ello, una parte de los votantes.

Estaban excluidos los partidarios de la violencia, que tienen que estar excluidos siempre. Los parlamentos son una representación de la ciudadanía sin muertos. No puedes estar ahí y luego, en la calle, creando muertos de verdad.

También le recuerdo que su jefa de partido, Rosa Díez, estaba dentro del Gobierno vasco con Herri Batasuna en las instituciones y en una década en la que el terrorismo fue bastante más cruento.

Pero eso no dependía de Rosa Díez. Ahí estábamos los demás protestando y, gracias a nuestras protestas, hubo la Ley de Partidos. Gracias a eso han dejado de pegar tiros algunos. Han tenido que elegir.

¿Qué opina del acercamiento de los presos?

Si es una disposición que se toma de una manera no general, estoy de acuerdo. Se trae a una serie de presos.

¿Cómo se selecciona a los presos?

Si se considera que están enfermos o tienen alguna serie de problemas y reúnen las condiciones, no veo por qué no. A los presos hay que tratarlos lo mejor posible, pero no hay que dar el gusto a quienes no les interesan los presos.

¿Qué cree que les interesa?

Demostrar que ETA todavía tiene fuerza y tiene influencia. Las peticiones que se están haciendo no son de gente preocupada por los presos, pero en general lo que quieren demostrar es que ETA hace exhibición de músculo frente a los presos. No se puede hacer nada que premie la fidelidad a ETA. Pero ayudar a las personas que se desliguen de ETA y que quieran estar cerca de su familia… de acuerdo. ¿Por qué no?

DEIA, 24/4/12