Francesc de Carreras-El Confidencial
- Allí se ponen de acuerdo en un programa y después pactan, aquí primero pactan y luego se ponen de acuerdo en un programa
Tras ver el método y la inteligencia política que ha demostrado la clase política alemana al formar su gobierno en la era post-Merkel he sentido como español una sana envidia. Tal es la diferencia con estos últimos años nuestros.
No se pone en duda que Angela Merkel ha sido una política ejemplar, con seguridad la gran figura europea en lo que va de siglo. Educada en la Alemania oriental, hija de un pastor luterano, física de profesión, Helmut Kohl, otro grande, la fue promocionando como su sucesora al frente del partido democristiano. Tras ciertas desavenencias finales, gana las elecciones en 2005 y es elegida canciller, cargo que ha desempeñado hasta la actualidad.
Tras las últimas elecciones del pasado septiembre, en las que el candidato democristiano llamado a suceder a Merkel pierde por muy poco margen frente a los socialdemócratas, se ha ido perfilando un cambio de timón y en los últimos días, tras negociar socialdemócratas, Verdes y liberales, se ha llegado a un acuerdo de gobierno detallado en un programa de alrededor de 180 páginas. Ello se ha logrado tras casi dos meses de reuniones, en las que han participado, aproximadamente, 300 expertos.
Los personajes clave del nuevo gabinete muy probablemente serán, además del líder socialdemócrata Olaf Scholz como canciller —y en los últimos años vicepresidente de Merkel—, los Verdes Robert Habeck en Economía y Protección del Clima (considerado un superministerio) y Annalena Baerock en Exteriores, así como el líder liberal Christian Lindner como ministro de Finanzas, considerado de tendencia «frugal» al modo de los actuales gobiernos holandés, danés, finlandés o sueco.
¿Cómo han logrado ponerse de acuerdo partidos y personajes de tendencias distintas? Dialogando, negociando, transigiendo…
¿Cómo han logrado ponerse de acuerdo partidos y personajes de tendencias distintas? Dialogando, negociando, transigiendo y, al fin, llegando a un pacto. Por supuesto, este acuerdo final no siempre es alcanzable, hay que partir de unas bases comunes y si estas bases no existen el fracaso puede darse por asegurado. Para ello, los partidos que han pactado se sitúan en el centro del marco político y han descartado dialogar con los extremos: no se ha invitado a negociar ni a la extrema izquierda (Die Linke) ni a la extrema derecha (Alternativa para Alemania). «Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible», sabia frase que unos atribuyen a Talleyrand, otros, con más probabilidades de acertar, al torero Rafael Guerra, «Guerrita». Pues eso: es imposible formar un gobierno entre fuerzas políticas incoherentes.
Pues bien, a principios de octubre estos tres partidos alemanes se pusieron de acuerdo en tres objetivos que cada uno de ellos consideraba irrenunciables: los socialdemócratas aumentar el salario mínimo un 25%; los Verdes proteger el clima con dos medidas fundamentales: acelerar la descarbonización y potenciar las energías renovables; los liberales no aumentar los impuestos. A partir de estas bases comunes se pusieron a trabajar.
¿Era posible llegar a un compromiso para concretarlas y desarrollar otras medidas en un programa conjunto? En todo caso, el acuerdo se ha alcanzado y su solidez deberá comprobarse a lo largo de la legislatura. De momento se han atrevido a formar un gobierno con 16 ministerios cuya orientación y límites están en el programa firmado.
Al principio he dicho que sentía envidia por el método y la inteligencia de los políticos alemanes. Y esta envidia la sentía desde España porque, en los últimos años, sucede lo contrario. Allí se ponen de acuerdo en un programa y después pactan, aquí primero pactan y luego se ponen de acuerdo en un programa. Sucedió en la moción de censura de 2018 y en las segundas elecciones de 2019. Pedro Sánchez dijo poco antes de celebrarse estas últimas que no podría dormir si Podemos formara parte de su gobierno, exactamente dos días después de las elecciones, a la vista de los pocos escaños que había obtenido, les ofreció entrar en el gobierno y formar una coalición. No sé si ha dormido bien desde entonces.
Merkel nunca gobernó en solitario, siempre tuvo que pactar, de preferencia con socialdemócratas y en una ocasión con liberales
Hizo como los peronistas en Argentina. Creo que fue Daniel Scioli, un destacado peronista, quien decía hace pocos años que la diferencias entre el Partido Radical de Argentina y el peronista era que los radicales primero discuten mucho entre ellos para elaborar un programa e intentar ganar las elecciones; los peronistas, en cambio, hacen lo contrario: primero intentan ganar las elecciones como sea y, una vez en el gobierno, si es el caso, discuten cuál será el programa político a desarrollar. Es la tergiversación de lo que debe ser una democracia parlamentaria, es el modelo populista en estado puro. Lo contrario de una democracia deliberativa.
No sé si el gobierno que se formará en Alemania tendrá éxito, si se entenderán sus distintos componentes. Aumentar los gastos y mantener el mismo nivel de impuestos, no es cosa fácil. Ya se verá. Pero de entrada se ha elaborado un programa detallado entre partidos, naturalmente distintos, que tienen bases comunes. Estas bases comunes las han propuesto no para alcanzar el poder, sino para mejorar Alemania, para modernizarla en aquello que sea necesario.
Merkel nunca gobernó en solitario, siempre tuvo que pactar, de preferencia con socialdemócratas y en una ocasión con liberales. Es considerada la madre —Mutter— de la Alemania reciente e, incluso, la madre de la UE, su papel en el Tratado de Lisboa fue fundamental. Nunca ha parecido una mujer ambiciosa de poder sino con vocación de servicio, a veces en disputa con importantes miembros de su mismo partido. Merkel es una política admirable. No puedo decir lo mismo de quienes nos gobiernan, incluso de quienes están en la oposición. Cuando Scholz acabe su mandato me gustaría decir lo mismo de su persona, deseo que así sea. A ver si aprendemos.