Épica y mensajes del último Sánchez

JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • No es fácil encontrar a un socialista más afín al nacionalismo catalán

Qué susto. Estás tan tranquilo sesteando el agosto, escogiendo entre un libro sobre el cosmismo ruso y una serie israelí, y de repente ¡zas! Sánchez irrumpe de nuevo en la realidad. Sánchez es Sánchez, no vale la pena lamentarse de su jactancia, de sus lemitas, de su mala idea ni de sus proyecciones, que hasta cinco minutos antes del debate con Feijóo ni siquiera sabía lo que eran. Fuera quejas. Él mismo es la jactancia corporeizada, un mero emisor de lemas, una mala idea y una proyección, en otro sentido, de la España adherida a unas siglas con el engrudo del antagonismo y la simpleza. Él concita cada sed de venganza cuando todos han olvidado de qué se vengan. Aunque conservan las ganas. ¿A qué deplorar lo archisabido? Cualquier cosa antes que fatigar al lector. No hay lírica posible en el contradiós sanchista, que amenaza con perpetuarse. Pero sí podría haber épica en el modo de enfrentarse a él. Deberíamos rastrearla en la oposición.

Sánchez atraviesa sus últimas jactancias antes de darse cuenta de que Puigdemont le detesta a él, no a Feijóo. Qué divertido se va a poner esto. Mientras tanto, se ha buscado una épica de bolsillo para hacer oposición a la oposición, contando con que esta hará lo propio. Sobrevalora al PP, cuyo primer movimiento es un nombre para la presidencia del Congreso con menos magnetismo que el discurso desnudo de Amaral, que ya es decir. ¿Qué significa la propuesta Gamarra? Significa simplemente persona de la máxima confianza del líder. En principio, don Alberto, en principio. Que no se vea nunca en una como la de Pablo Casado y su círculo le niegue hasta la mirada. En todo caso, es una candidatura decidida sin segunda intención: me fío de Cuca y punto. Aunque quiero otro portavoz, que eso también subyace, ojo, y tiene su pequeño interés. Sin embargo, es tan pequeño que lo obviaremos. La clave es que no envía ningún mensaje. ¿Tú quieres no enviar ningún mensaje a nadie? Pues propón a Cuca Gamarra.

Por el contrario, Sánchez envía no ya un mensaje, sino una invitación en toda regla al separatismo del que depende: ¡Francina Armengol! ¡Gol! No es fácil encontrar a un socialista más afín al nacionalismo catalán (que ya es solo separatista, a ver si se van enterando los listos). La conspicua nacionalista catalana es además balear, lo que sugiere un mapa de los Països Catalans, ese sueño húmedo de la gran Cataluña. La hemeroteca viene llena de sus heroicidades pancalanistas como presidenta autonómica. Por eso resulta tan divertido que la Wikipedia, más escorada que el Costa Concordia, la presente en su primera frase como «españolista». Me parto. Tan españolista como para venir del ‘Bloc d’Estudiants Independentistes’, paradoja que recoge el propio Costa Concordia, digo la propia Wikipedia. Armengol sí es un mensaje. Pero el móvil de Puigdemont, agarrado bajo el chaleco en Waterloo, no está operativo.