Ignacio Camacho-ABC

  • Qué incómodo empeño el de complicarse la vida con evidencias objetivas en vez de aceptar la posverdad progresista

Menudo notición: han pillado a Sánchez mintiendo. Gran descubrimiento. La oposición se rasga la vestimenta en el Congreso y la prensa escupe fuego ante la desfachatez del presidente del Gobierno. Pero si un periódico recopilase los embustes y ocultaciones del Líder Supremo –como hizo el ‘Post’ con Trump– podría estar publicando un suplemento diario durante un año entero sin que al interpelado se le alterase el gesto. Oiga, es que esta vez es grave porque se trata de que su esposa estaba ya investigada cuando el marido enamorado publicó la famosa carta. Ya. ¿Y? Problema de los que se creyeron la farsa después de haber tragado con los expertos de la pandemia, la línea roja del pacto con los herederos etarras o la amnistía inconstitucional, por citar sólo tres falacias entre tantas. No pasa absolutamente nada.

Allá los que prefieran centrarse en la realidad objetiva en vez de asumir la posverdad progresista. Sufrirán más que los que aceptan el relato oficial sin complicarse la vida. Se vive mucho mejor en la burbuja feliz de los telediarios, con su luminoso paisaje social dibujado a base de triunfales estadísticas, que en el triste, oscuro reverso de un pensamiento crítico condenado a la melancolía. Para qué hacer caso de las pesquisas del periodismo o de la justicia cuando se pueden cerrar los ojos y la mente y dejarse mecer en la ficción alternativa de una política transparente y limpia. De qué sirven las evidencias amargas frente a la confortable seguridad de las mentiras.

¿Corrupción? Fango. ¿Tráfico de influencias y de favores? Fango. ¿Engaños, imposturas, sobreactuaciones, simulacros? Fango. ¿Relaciones impropias con comisionistas y empresarios? Fango. ¿Sospechas de favoritismo inducido en adjudicaciones de contratos? Fango. ¿Pruebas, documentos, cartas, fotos? Fango. ¿Petición de explicaciones, reproches éticos, debates parlamentarios? Fango, fango y más fango. Toneladas de barro vertidas sobre la intachable reputación de un matrimonio honrado. Pseudomedios calumniadores y jueces arbitrarios inmersos en una conjura de cavernosos agentes antidemocráticos empeñados en torcer mediante procedimientos espurios la voluntad de los ciudadanos.

Ésta es la verdad establecida por el laboratorio de Discurso y Mensaje. Única, rotunda, incuestionable, axiomática, categórica, terminante. Lo demás es ruido y furia, una colección infame de historias inventadas y de infundios contumaces divulgados por la máquina ultraderechista de falsedades. Un conciliábulo rebelde, una perversa intriga contra la legitimidad de las instituciones. Pero enfrente se levanta la determinación de un hombre resuelto a mantenerse incólume bajo la tormenta de lodo desatada por la insidia de los conspiradores. Aguante, resiliencia, estoicismo, firmeza de roca, piel de rinoceronte. Ni un paso atrás, ni un signo de debilidad ante los golpes.

‘Eppur si muove’…