Pedro Chacón-El Correo

Aunque todo el mundo lo da ya por hecho, y eso que registrar algo en Francia es muy complejo, la justificación histórica para que el palacete de París se lo quede el PNV no tiene ni pies ni cabeza, como toda la política actual. Por lo que siempre nos quedará Galileo, que tuvo que agachar la cabeza ante las autoridades de su época, mientras musitaba aquello de «eppur si muove». O, dicho de otro modo, con nuestro Unamuno: «Venceréis, pero no convenceréis».

Parece mentira que se haya dado por bueno un informe de 14 páginas, firmado por un secretario de Estado, historiador él, como otros dos que salen ahí, tan plagado de inexactitudes y suposiciones, que lo hacen caer de bruces en un género -la historia mágica- de triste pasado e inquietante porvenir. Pero Heliodoro de la Torre no fue tesorero del PNV justo hasta el 7 de octubre en que pasaría a ser consejero de Finanzas del Gobierno vasco, como se dice ahí. Desde el 12 de agosto de 1936, un mes antes de que entraran los dólares mexicanos -supuestamente para el palacete-, era director de Finanzas de la «Junta de Defensa de Vizcaya».

Los célebres «eliodoros», billetes a cuenta del Banco de España en Bilbao, se emitieron el 30 de agosto de 1936. Si De la Torre hubiera sido también entonces tesorero del PNV habría incumplido los estatutos del partido. Y el otro supuesto tesorero del PNV, Agustín Alberro, fue nombrado por De la Torre su asesor en la Consejería de Finanzas del Gobierno vasco y luego llevó las cuentas de la Delegación de París, con Landaburu de jefe.

¿Y eso de que el dinero fue a parar a Marino Gamboa en Londres, el que luego compraría el palacete para el PNV, porque hay un apunte en sus cuentas justo por la misma cantidad que mandaron de México, salvo algunos dólares de menos por gastos de envío? Es de risa. ¿Y cómo es que no sale ahí también, ya puestos, el apunte del pago del palacete?

Historia mágica. 65.000 dólares entran en Francia y de ahí van a un comisionista en Londres, que los retiene durante casi un año y luego vuelven a París para pagar el palacete, y todo eso en medio de una guerra morrocotuda, con necesidad imperiosa de armas, con miles de refugiados huyendo con lo puesto. Un poco de por favor.

Y luego la segunda compra, por una sociedad, Finances et Entreprises, también del PNV, cómo no. ¡Pero si estaba domiciliada en el despacho de Heliodoro de la Torre, a la sazón consejero del Gobierno vasco en París! Los que han hecho el informe no han leído a Jean-Claude Larronde, reciente premio Sabino Arana, pero al Gobierno de España le pareció suficiente. Es lo tremendo. Había que justificar el ‘sí’. Eso era todo. Felicidades, PNV.

Ahora quedará que lo conseguisteis gracias a un presidente español, Pedro Sánchez. Pero esta historia, como el giro de la Tierra alrededor del Sol, no se puede retorcer y el palacete acabará siendo del Gobierno vasco.