Ignacio Camacho-ABC
- Las cuentas del Gran Capitán: sueldos, armas y drones, diez mil millones. No preguntéis de dónde, obras son amores
Dijo «con o sin el legislativo» por pura retórica: iba a ser ‘sin’ y lo tenía decidido. Y sólo será ‘con’ si alguna vez puede cerrar con Puigdemont un acuerdo más o menos fijo y si Podemos se vuelve a sentir vinculado a los proyectos del Consejo de Ministros. Cosa difícil esta última ya que ni siquiera los miembros de Sumar agraciados con un cargo se muestran de acuerdo con las decisiones que jurídicamente suscriben por formar parte de un órgano colegiado. El caso es que Sánchez, presidente de un Ejecutivo autodemediado, ya no oculta su desdén por el control parlamentario. Considera que la confianza del Congreso no es reversible una vez puesto en marcha el mandato, y si la ha perdido da igual porque tampoco piensa preguntárselo. Ayer lo dejó claro.
Diez mil millones, sacados de aquí y de allá mediante trucos de ingeniería financiera, va a añadir al teórico gasto en Defensa sin pasar por las Cortes la modificación unilateral de las cuentas. Tiene a su alcance una mayoría sobrada de doscientos cincuenta escaños para sacar el plan sin más problema que el de negociar con un PP dispuesto a colaborar en el acatamiento de las directrices europeas, pero no quiere usarla por no rebajarse a pedir ayuda a la abominable derecha. Como mucho se dignará a comparecer ante sus señorías para dar una explicación somera, pero como cosa hecha, sin votar y esperando que encima le agradezcan la deferencia. Esto es lo que hay, son lentejas.
Lentejas recalentadas, por cierto. Trasvases de partidas y hasta de remanentes del último presupuesto, el de 2023, presentado por otro Gobierno –aunque también lo presidiera él– y aprobado por otro Parlamento. Qué más dan esos pormenores leguleyos, se trata de que se comprometió a cumplir con la OTAN y va a hacerlo porque no tiene más remedio y porque esa gente no se deja torear con los «cambios de criterio». El método no importa, son asuntos internos que Bruselas no va a cuestionar porque sólo conciernen a los españoles. Así que ahí está la minuta del Gran Capitán: picos, palas y azadones –o lo que es lo mismo, sueldos, armas y drones–, diez mil millones. No preguntéis de dónde, obras son amores.
Ante tal despliegue de eficacia qué relevancia pueden tener detalles como la formalidad democrática, el respeto a los procedimientos institucionales, los mecanismos de supervisión y otras minucias semejantes. Los hombres de Estado miran siempre hacia adelante y no se detienen en pequeñeces de esa clase a la hora de afrontar sus responsabilidades. Simplemente lo hacen, y si es necesario saltándose rutinas y trámites que la oposición y los socios menos leales utilizan como instrumentos de sabotaje. Hay que pensar a lo grande, como los verdaderos líderes internacionales. Y a todos esos enanos políticos obcecados en trabas insignificantes todavía les falta mucho aprendizaje para presentarse al examen de primero de Sánchez.