Mikel Etxebarria Dobaran-El Correo

  • La capital turística, cosmopolita y cultural debería aprovechar que en su seno nació uno de los intelectuales más importantes de los siglos XIX y XX

Nos encontramos desde hace tiempo, por influencia de las redes sociales, ante aluviones de falsas noticias; lo que supone, para los que quieren moverse en el mundo de la realidad, auténticos trabajos extras para separar el grano de la paja. Y ya, por influencia en este caso de la llamada Inteligencia Artificial, hasta las imágenes, fotografías, videos y reportajes crean dudas sobre su verosimilitud.

Y en este contexto, me ha surgido una duda en torno a la figura de Don Miguel de Unamuno. Se dice que era de Bilbao, pero la verdad es que cuesta creerlo ya que es en uno de los lugares donde, a pesar de ser considerado en el orbe como un intelectual de talla mundial, menos reconocido se encuentra.

En un artículo publicado en agosto en este medio, ‘La infancia verdadera’, me referí al editor y escritor catalán Carlos Barral. Recordé con cierta sana envidia la casa-museo de la que dispone en Calafell, en la casa familiar (de ocio, no de lugar de nacimiento) a donde invitaba a sus amigos escritores Vargas Llosa, García Márquez, Marsé… Unamuno, por su parte, tiene una casa-museo en Salamanca, donde fue rector en varias épocas y vivió muchos años; y hasta en Fuerteventura, donde estuvo desterrado.

Soy consciente de que, por estos lares, donde en su día se lanzó su busto a la ría, hay algunos que no le perdonan ciertas cuestiones. En general, coincide que son un tanto remisos al pensamiento crítico y a la reflexión sosegada.

Se le echan en cara sobre todo dos cosas. Una, su posicionamiento ante el euskera, ya que al parecer esgrimió que no tenía mucho futuro. Eso mismo dijo Sabino Arana, intentando con ello propiciar su apoyo, ya que al ser lengua minoritaria podría ser engullida por otras circundantes. Además Don Miguel era, dominando muchos idiomas, euskaldun y escribió, para el que no lo recuerde, aquello de que «el castellano no ha sido lengua indígena en mi tierra y aun los que lo hemos hablado desde la cuna la hemos hablado siempre como lengua pegadiza».

El otro asunto es su apoyo inicial al golpe de Estado del año 36. Siempre fue crítico con el poder establecido, lo que le supuso enfrentarse al dictador Primo de Rivera y ser desterrado. Fue un entusiasta del advenimiento de la República y su mayor detractor cuando vio las tropelías que se cometían en algunos casos. Por eso, y porque así se planteó, apoyó una reconducción de la República en julio del año 1936; los golpistas usaban inicialmente la bandera republicana. Poco le duro esta visión y seria implacable denunciando a «los hunos» y a «los hotros», y eso le costaría la vida.

Curioseé por internet el apoyo que tiene la figura de Unamuno. Da la impresión de que la Asociación de Amigos que en su día se creó en Bilbao en 1986, a los cincuente años de su desaparición, no existía y contacté con la de Salamanca, que sí demostraba tener una vida muy activa. Me dijeron que para su creación habían tenido el apoyo de la de Bilbao, pero que habían perdido el contacto con ella.

En septiembre leí un artículo en este mismo medio titulado ‘Unamunidad’ firmado por el escritor Pablo Zapata Lerga. Me picó la curiosidad y quise indagar un poco más. No todo es negativo en los avances actuales y simplemente a un clic de internet descubrí que Pablo tenía una página web, que había sido el vicepresidente fundador de la Asociación de Amigos de Unamuno y que tenia una cuenta de correo. Contacté con él, nos reunimos, me corroboró que la asociación no tenía vida hacía muchos años -sus presidentes Ortiz Alfau y Moreno Lombardero fueron falleciendo- y decidimos revivirla. Y en ello estamos junto a un grupo de entusiastas amigos.

Dando respuesta a la provocativa pregunta inicial, Unamuno no solo nació en Bilbao, sino que vivió en varios domicilios y para él era su bochito del alma, su «tasita» de plata, el lugar de sus excursiones juliovernescas… Sería un privilegio, no para Unamuno, al que le pilla lejos, sino para Bilbao tener una casa-museo dedicada a él, que puede ser una lonja-museo o un espacio (un txoko, un rincón) en uno de los múltiples museos que tenemos en la villa. Y tener una ruta que recorra el Bilbao de Unamuno, el Casco Viejo, Deusto, Artxanda…. Que se recuerde que era tío segundo del mítico jugador del Athletic Pichichi, que da nombre al trofeo al máximo goleador de la Liga. Tener un monumento o varios (hay algunos, pero medio escondidos) que inmortalicen su figura. La Bilbao turística, cosmopolita y cultural debe aprovechar que en su seno nació uno de los intelectuales más importantes de los siglos XIX y XX.

Por último, no existe ni existirá ningún escritor que refiriéndose a su ciudad le pueda hacer un halago mayor, que debería estar esculpido en mármol en todos los accesos a la villa: el mundo entero es un Bilbao más grande.