Cristian Campos-El Español
 

Un golpista condenado a más de diez años de cárcel por alzarse contra la democracia en 2017 será el nuevo presidente del Parlamento autonómico catalán. Al parecer, la reconciliación no consistía en que los independentistas se bajaran del burro, sino en que el burro se subiera encima de los independentistas.

El desconcierto entre los analistas peseceros es absoluto. Porque, aparentemente, ERC ha decidido suicidarse dándole la presidencia del Parlamento a Junts tras haber rechazado la oferta del PSC, que se la habría concedido a los republicanos a cambio de la investidura de Salvador Illa.

Pero, ¿de verdad se han suicidado? ¿No estarán más bien garantizando su supervivencia?

La explicación parece más sencilla de lo que se pretende. ERC ha comprobado de nuevo en las elecciones europeas de este domingo cómo en Cataluña es el PSC el que absorbe votos del independentismo, especialmente del de izquierdas, a diferencia de lo que ocurre en el País Vasco y Galicia, donde es el independentismo de izquierdas el que absorbe los votos socialistas.

Y frente a eso, ¿qué opciones le quedan a ERC? ¿Asumir mansamente su dilución en base a una bobalicona apelación a «los nuevos tiempos en Cataluña»?

No existen opciones buenas para los republicanos. Pero la peor de todas ellas sería, en contra de lo que esos analistas peseceros susurran a todas horas en el oído de ERC, la de convertirse en el Sumar catalán del PSC de Salvador Illa.

Es decir, en un partido-muleta, accesorio y sin personalidad propia obligado a batallar día tras día por un espacio demoscópico propio, que sería obviamente el de la exigencia de un referéndum de independencia, y en el que además competiría con Junts.

Si de algo ha servido la dimisión de Yolanda Díaz es de aviso a navegantes. «Perded toda esperanza aquellos que os coaliguéis con los socialistas, porque no hay nada a ganar a su lado y sí mucho a perder a medio y largo plazo».

Ciertamente, ERC tiene más a ganar siendo «el partido de izquierdas» del bloque independentista que siendo «el partido independentista» de un tripartito con el PSC y los comunes. Sobre todo, detalle no menor, porque su capacidad de chantaje se incrementará ahora en Madrid dada la debilidad mostrada por un Pedro Sánchez que con los resultados de este domingo ni siquiera habría sido presidente en 2023.

Con la presidencia del Parlamento autonómico catalán en sus manos, Carles Puigdemont se convertirá previsiblemente en el primero de los candidatos a la presidencia de la Generalitat y le ofrecerá a Pedro Sánchez conservar la Moncloa a cambio de la presidencia catalana para él.

Salvador Illa tiene todavía la opción de ser presidente con el apoyo del PP y de Vox. Pero la presidencia de Sánchez se sostiene sobre un único pilar, el de la amenaza «ultraderechista», y la pérdida del relato sanchista es un precio demasiado alto a pagar a cambio de la Generalitat. Si cae la martingala, detrás va Sánchez.

Los incentivos para Pedro Sánchez, en resumen, son claros. Porque la presidencia para Puigdemont le garantiza su propia supervivencia política, y cualquier otra opción la pone al borde del barranco.

Además, una vez que ERC ya ha dado el paso de darle la presidencia del parlamento regional a Junts, ¿qué sentido tendría darle ahora la presidencia de la Generalitat a Illa, y como justificaría frente a los suyos esa vacilación estratégica? 

El PSC claro, podría garantizarle a ERC la entrada de una buena parte de sus cargos en ayuntamientos y diputaciones. De nuevo el viejo «a estos indios con plumas se les compra con quincallería». Pero todos esos cargos y sueldos se los podría garantizar también Junts. ¿Acaso no lo han hecho en el pasado?

De todos los argumentos lamentables que he leído en la prensa catalana, probablemente el peor sea el de que el PSC le garantiza a ERC el tiempo necesario para «recuperarse». ¿Y acaso un gobierno con Junts no?

Es más, ¿qué interés puede tener el PSC en que ERC se recupere cuando ha comprobado que la puerta que separa a ambos partidos en las urnas es más blanda de lo que se pensaba hace apenas unos años?

Recordemos que el objetivo final de los partidos separatistas, independencia aparte, es construir un escenario político similar al español y con dos partidos nacionalistas dominantes, uno de derechas y uno de izquierdas, que serían obviamente ERC y Junts en el papel de PSOE y PP catalán. Y el PSC es el elemento a erradicar en ese diseño.

Yo creo que Pedro Sánchez tiene un problema.