EL MUNDO 11/11/14
· Exhiben el 9N como un éxito del independentismo y le reclaman unas elecciones plebiscitarias
ERC y la CUP consideran que 1,8 millones de votos a favor de la secesión son suficiente argumento para romper con España. Sólo un día después del 9-N, la izquierda independentista catalana exigió al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que convoque con urgencia unas elecciones de carácter plebiscitario y ponga en marcha la maquinaria para convertir a Cataluña en un Estado soberano.
Republicanos y antisistema aclararon ayer a Mas que no respaldarán una negociación con el Gobierno para tratar de celebrar una consulta de autodeterminación vinculante, que complete la simulación del 9-N.
La formación liderada por Oriol Junqueras demostró que no está dispuesta a tolerar que Mas se arrogue el «éxito» de la consulta alternativa, ni mucho menos que la utilice para intentar agotar la legislatura entablando un nuevo tira y afloja con el Gobierno. «No podemos perder ni un segundo más. Los ciudadanos nos han pedido que obtengamos el mandato democrático para constituir un nuevo Estado», defendió ayer la secretaria general de ERC. Marta Rovira consideró «agotada» la vía de la «negociación» con el Ejecutivo central y proclamó que lo verdaderamente apremiante es convocar unas «elecciones constituyentes» capaces de alumbrar un Parlament dispuesto a poner en marcha «el salto definitivo de Cataluña».
Ni la ausencia de garantías democráticas, ni la incomparecencia de cuatro millones de catalanes a las urnas el pasado domingo frenaron a Rovira, quien creyó probada la teoría de que «la mayoría de catalanes es claramente independentista». «Ha comenzado un proceso irreversible y absolutamente imparable, estamos preparados para conseguir la independencia», sostuvo la número dos de los republicanos.
Idénticos razonamientos empleó la CUP para cercar a Mas. Aún de madrugada, con el recuento de los 2,3 millones de papeletas inacabado, el portavoz de la izquierda independentista radical, Quim Arrufat, urgía al presidente de la Generalitat a «alterar el objetivo de la legislatura, aparcar la consulta y declarar la República catalana independiente». Horas después, la diputada de la formación Isabel Vallet alertaba al jefe del Ejecutivo catalán de que no cayera en la «tentación» de «apropiarse del éxito de la consulta para negociar un nuevo pacto de encaje con España». La parlamentaria de la CUP rebajó la euforia desatada del president y sostuvo que la votación del 9-N no se produjo gracias a la determinación y astucia de Mas, sino «pese a los intentos del Govern de echarse atrás».
ERC y la CUP evidenciaron la complicada recomposición del frente que condujo al proceso soberanista hasta el 9-N. «Toca un nuevo mandato para un nuevo objetivo», incidía ayer la secretaria general de los republicanos, quien sólo concedió a Mas la tregua de no fijar un plazo a la convocatoria de elecciones anticipadas. Rovira rehusó suscribir el ultimátum lanzado hace unas semanas por la Asamblea Nacional Catalana (ANC), cuando su líder, Carme Forcadell, exigió al presidente de la Generalitat convocar los comicios antes de tres meses si quería contar con su apoyo para seguir movilizando a la población y convencerla de que participar en la pseudoconsulta era un escalón imprescindible para acabar alcanzando la independencia.
No obstante, conscientes de que Mas salió reforzado del 9-N, los de Junqueras se mostraron ayer partidarios de aplazar su acoso definitivo a CiU para empujarle a adelantar las elecciones. Rovira propuso la apertura de un «periodo de reflexión» para que todas las fuerzas inmersas en la aventura soberanista definan su estrategia, aunque siempre avisando a Mas de que no se sentarán a negociar una lista electoral unitaria sin conocer al detalle las intenciones de Convergència y el grado de ambición de su programa para certificar la secesión.
Pero CiU no tiene tanta prisa. Convergència está en pleno relanzamiento de la imagen de Mas y tiene varias opciones sobre la mesa. Mucho más que unas elecciones inmediatas, su prioridad es reforzar al president y eso pasa, por ahora, por impulsar de nuevo una negociación con Rajoy –empezará con el envío de una carta– y en pedir «unidad» al resto de partidos soberanistas en torno a su figura.
Fuentes conocedoras de la reunión de ayer de la Ejecutiva de Convergència explicaron que se plantearon tres escenarios: la lista conjunta con ERC y la inmediata convocatoria de unas elecciones de cariz plebiscitario; la posibilidad de estirar la legislatura hasta 2016 (como quiere Unió), y la configuración de una candidatura encabezada por Mas en la que se integrarían miembros de la sociedad civil y saldos de otros partidos.
Esta última opción prescindiría de las siglas del partido que fundó Jordi Pujol y en algunos medios de Cataluña ya está haciendo fortuna la expresión de «el partit del president», para subrayar su personalismo.
Pero la sensación que arrojaron las sucesivas ruedas de prensa de CDC, Unió y luego la conjunta de CiU es que, más allá de advertencias tácticas al Gobierno, la federación tiene intención de pisar el freno. Pese a que el coordinador general convergente, Josep Rull, había dado un plazo de «una semana o dos como mucho» a Rajoy para que contestara a la carta en la que Mas le pedirá la celebración de un referéndum oficial –bajo la amenaza de que si no lo hacía se convocarían elecciones en Cataluña–, la situación cambió por la tarde.
La posición de Unió, claramente partidaria de agotar la legislatura y contraria a una lista conjunta con ERC, provocó que en la reunión de CiU no se abordara la posibilidad de adelantar las autonómicas para darles un cariz plebiscitario. Según el conseller de Interior y secretario general de la federación nacionalista, Ramon Espadaler, hay que esperar a que Rajoy responda a la carta de Mas sin tiempo límite.
«No ponemos ningún tipo de plazo. Nos sentimos más avalados tras el 9-N, pero no precipitamos acontecimientos: cuando tengamos la respuesta a la carta, o la no respuesta, actuaremos en consecuencia», afirmó Espadaler.
En la misma comparecencia, y en otra muestra de que CiU busca imponer su hoja de ruta y distanciarse de las prisas de ERC, añadió: «Para unos la respuesta está en los tribunales, y para otros la respuesta es la desobediencia. Para nosotros, la solución al problema es hacer las cosas con solidez, paso a paso».