ABC 02/08/16
HERMANN TERTSCH
· Quiere usar inmigrantes y refugiados como «quinta columna» para condicionar la política europea
LA tensión política entre Turquía y Europa está en plena escalada y adopta rápidamente visos alarmantes. Su efecto más devastador a corto plazo podría ser una inmensa oleada de refugiados al asalto de las costas de Grecia este otoño hasta hacer colapsar este país y los vecinos en los Balcanes. Ankara hace saber que, como Bruselas no permita que casi 80 millones de turcos entren y salgan cuando quieran de la UE a partir de octubre, suspenderá todos sus impedimentos a la emigración ilegal hacia la Unión Europea. El ya todopoderoso Recep Tayyip Erdogan no nos declara la guerra. Pero salvo a eso parece dispuesto a todo para llevar sus relaciones con Europa a la máxima tensión, convencido de que la debilidad general de la UE le permitirá sacar rédito del miedo que genera. Y de paso apagará bajo esos ruidos todas las protestas por la inaudita oleada de represión y el desmantelamiento de las garantías legales con que cimenta un régimen cada vez más ajeno a la democracia en ese país miembro de la OTAN. Negros nubarrones se ciernen sobre la cooperación política y toda la arquitectura estratégica de seguridad de Occidente en tres continentes.
El arma elegida por Erdogan es ya abiertamente el chantaje. El domingo, el régimen de Erdogan organizó una manifestación multitudinaria en la ciudad alemana de Colonia como exhibición de fuerza y advertencia de su poder en territorio alemán. Hay cuatro millones de turcos en Alemania, 2,5 nacionalizados, muy pocos realmente integrados. Ayer daba un paso más en su ofensiva de intimidaciones y amenazas en represalia por las críticas europeas tras el fallido golpe del día 15 de julio. El Gobierno turco considerará nulo el acuerdo sobre refugiados de marzo pasado entre Turquía y la UE si en octubre Bruselas no ha aprobado la exención de visado para ciudadanos turcos en todo el espacio Schengen. Amenaza con inundar el continente de refugiados si en dos meses todos los turcos no pueden entrar libremente en la UE. La exención de visados era ya difícil, siempre condicionada a avances en una serie de condiciones técnicas y también de derechos humanos y garantías legales. Con la represión habida es imposible. Observadores y oposición turca consideran que la represión con larguísimas listas ya preparadas son un indicio más de que el golpe militar estaba organizado para fracasar y ser pretexto para la inmensa purga del aparato del Estado de personas críticas con el presidente y su partido islamista AKP.
La exención de visados es política y legalmente inviable. Y conllevaría además un inmenso riesgo con un Erdogan volcado en construirse, con violencia y sin escrúpulos, un país a su medida. Reforzando ataques militares a ciertas regiones podría provocar un éxodo de millones de kurdos hacia Europa. Que acompañarían a cientos de miles de turcos que huirán al exilio. Dentro de unos días va Erdogan a visitar a Putin. Hace unos meses estaban literalmente a tiros. Ahora buscan una estrategia común, el nuevo zar y el nuevo sultán, frente a Europa. Y hay quien dice que le ofrecerá la base de la OTAN de Incirlik. Ankara condenó ayer el hecho de que Erdogan no pudiera dirigirse en directo por pantallas a sus más de 20.000 seguidores en Colonia. El Tribunal Constitucional alemán había confirmado la prohibición. Erdogan parece considerar que cuenta con una quinta columna lo suficientemente fuerte para poder condicionar la política alemana, interior y exterior. Y ahora quiere utilizar a los millones de refugiados en Turquía o en tránsito como quintacolumnistas involuntarios en la operación megalomaníaca por la que legitimar su nueva dictadura y doblegar la voluntad de los europeos hasta hacerse con poder desestabilizador en todo el continente.