- Según el PSOE los ERE perseguían un fin social
Lo ha dicho Juan Espadas, así, a cuerpo limpio. Lo remataba la portavoz socialista Pilar Alegría – es un decir –: “Ellos no se han beneficiado de nada”, “Pagan justos por pecadores”, “Estamos convencidos de la inocencia de los ex presidentes Chaves y Griñán”. Eso sí, no ha dudado ni un segundo en arremeter contra el PP, Arenas o Esperanza Aguirre. Es decir, estamos ante el escándalo de corrupción más grande conocido en
España que lleva arrastrándose siglos por los recovecos judiciales, un asunto que ha llevado ante los jueces y condenado a la flor y nata del PSOE andaluz empezando por Chaves y Griñán y pasando por toda la estructura institucional desde consejeros hasta directores generales, y al partido responsable no se le ocurre más que citar a Aguirre.
Tiempo han tenido de sobras para preparar una estrategia, un algo, porque el periplo judicial ha sido dilatado: falleció el que fuera director general de empleo de la Junta, se cargaron a la jueza instructora, la digna y honesta Mercedes Alaya, que puso el foco en el fraude más sucio y canalla que puede cometerse, el del dinero destinado a crear puestos de trabajo. Si habrá tela que son mil ochocientos folios de sentencia.
Consecuencias – algunas – son los nueve años de inhabilitación para Chaves por un delito continuado de prevaricación y seis años y un día de cárcel e inhabilitación absoluta por malversación y prevaricación a José Antonio Griñán. Dos ex presidentes nada menos. Excuso hacerles el relato de sentenciados y sentencias porque lo mollar es que el PSOE se encoge de hombros, dice que nadie se ha llevado un duro, que los ERE perseguían un fin social y que, tócate el cornetín Gerardín, más tiene que callar el PP. Y a pasar página, que cada día tiene su afán, su escándalo y su chute de un miedo oscuro que nadie reconocerá en Ferraz pero que se palpa en el ambiente, en sus caras.
El miedo a que tengan que ponerse algún día frente al juez y dar explicaciones, el miedo a que les pregunten por las maletas de Delcy, los contratos de material sanitario, las subvenciones a chiringuitos de género que no pretenden apoyar a la mujer sino al lobby LGTBI, que no es lo mismo. Es el miedo, que digo miedo, pánico, a rendir cuentas de todas las tropelías que han cometido. Chaves y Griñán se han convertido para este partido que dice ser socialista en aquellos esclavos que iban junto a César recordándole que era mortal. Porque, aunque a veces la justicia pueda ser torpe, ciega e incluso estar en almoneda, lo cierto es que todo acaba por saberse.
No es de extrañar que aquellos que han salido a dar la cara para que se la rompan a ellos y no a El Bello Sánchez tengan que decir humoradas. ¿Qué van a decir? ¿Hablaremos de las peonadas falsas, de los votos comprados, de los privilegios para militantes con carné, del freno a múltiples iniciativas privadas que se fueron de Andalucía por las mordidas? En fin, sea enhorabuena que los que tanto se pavonearon en su día como Magdalena Álvarez, recuerden, “Antes muerta que doblá”, condenada a nueve años de inhabilitación especial por delito continuado de prevaricación, tengan que afrontar sus responsabilidades penales.
No es de extrañar que aquellos que han salido a dar la cara para que se la rompan a ellos y no a El Bello Sánchez tengan que decir humoradas
Esa cosa llamada PSOE ha trascendido la hamletiana pregunta de ser o no ser. Está en otra fase. Lo que toca es decirle a Sánchez “¿Eres o no eres el último presidente socialista en España en décadas?”. Porque al paso que van…