- Que el candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona afirma que nadie ha dicho habría independencia en esta legislatura
Tras la sorprendente afirmación, el coro de toses que se ha levantado en el partido de Junqueras ha podido escucharse a varios kilómetros a la redonda. Maragall quiere ganar a cualquier precio e incluso afirma que no tendría problemas en pactar con Colau, Collboni o Trias. El establishment catalán, vamos, que margina y gobierna contra de la mayoría social de Cataluña. Uno se puede imaginar a Oriol Junqueras, que es de misa, invocando a San Blas ante tantas toses. Como muchos saben, Blas de Sebaste, San Blas, es el patrón de los enfermos de garganta y de los otorrinolaringólogos y no hay santo más invocado por los cantantes y actores. Servidor recuerda que, de pequeñín, así como se decía ¡Jesús! cuando uno estornudaba, también se decía «¡San Blas!» como protección milagrera.
Pero el coro de toses dice que ni San Blas ni el Niño Santo de Burdeos ni el Sumsum Corda. Que Maragall se ha pasado tres pueblos posponiendo sine día el logro de la república del helado de postre todos los días. Nos parece injusto acusarlo de diletante cuando el propio Aragonés en su discurso de Sant Esteve este diciembre afirmaba que el 2023 sería el año donde sentarían las bases para el referéndum pactado. Y si vamos al encargado de la botiga, Junqueras, anticipaba hace pocos meses negarse a fijar un plazo para esa independencia en contra el criterio de la ANC, manejada por Junts desde las sombras, que exige declararla ya.
Así que ya ven, el yayo Maragall no está fuera del discurso oficial y de la praxis que vemos a diario en el partido del triangulito
Así que ya ven, el yayo Maragall no está fuera del discurso oficial y de la praxis que vemos a diario en el partido del triangulito. Lo que se lleva es el pragmatismo entre estos chicos que pactan los presupuestos con PSC y Comuns dejando a un lado a los radicales de Puigdemont. En los mítines se desgañitan – otra vez San Blas – hablando de la República Catalana, de lo mala que es España, de presos políticos o de exiliados e incluso Marta Rovira, tan bien instalada en Suiza, se niega a pisar territorio nacional por “No tener garantías”. Pura comedia. Toda la radicalidad se ha quedado en un producto de consumo interno.
A estos lo que les ha interesado siempre es mandar en mi tierra sin que nadie les diga ni mú desde Madrid. Lo mismo que los convergentes, ahora reconvertidos en esa mezcolanza llamada Junts que cada vez se parece más a la Lega italiana de Salvini. Han dulcificado la barbaridad porque saben que sin un voto masivo Maragall jamás tendrá más concejales que Trias, Collboni y Colau. Y a cierta clase media barcelonesa ya le va bien votar a un partido separatista pero menos, de izquierda pero poco y que diga ser heredero del maragallismo de los años dorados de los JJOO.
Todo sea por que los tontos pijo progres barceloneses lo voten. Incluso copiando al valido del Rey. Porque nunca se trató de la independencia. Se trataba y se trata del poder, de mandar en el cortijo y no se hable más.
La mentira estaría muy bien si uno carece de memoria, pero recordamos al Maragall que difundía una charla sobre Xirinacs, el cura amigo de ETA, durante su etapa como consejero de educación con el Tripartito o las soflamas incendiarias que proclamó desde su escaño en la cámara catalana. Así y todo, a los guardines de la ortodoxia les parece mal lo que dice su candidato cuando lo único que hace es seguir la pauta de parecer moderado, haciendo buena la frase “Que surja el efecto sin que se note el cuidado”, como dijo una de las bestias negras del separatismo, el Conde Duque de Olivares. Todo sea por que los tontos pijo progres barceloneses lo voten. Incluso copiando al valido del Rey. Porque nunca se trató de la independencia. Se trataba y se trata del poder, de mandar en el cortijo y no se hable más.